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Completadas las dos primeras jornadas del Mundial, lo que se está viendo es que las grandes favoritas sufren y que las selecciones del segundo vagón parecen más fuertes. Bélgica, Croacia, Inglaterra, Rusia, México, Uruguay y Francia son las únicas que han ganado sus dos partidos. Estas dos últimas, con más oficio que brillo en su fútbol.
A la vista de los dos encuentros que ha disputado, España podría situarse entre esos dos vagones, envuelta en paradojas y dudas que debería despejar ante Marruecos. El colectivo de Hierro completó un buen expediente frente a Portugal, en un duelo difícil, plagado de adversidades. Pero no pasó del empate. A Irán le ganó por la mínima, si bien sufriendo, sobre todo después del gol de Diego Costa. No supo cerrar el partido.
Salvo sorpresa, le tocará enfrentarse a un escenario distinto al de las dos primeras contiendas. Portugal e Irán son dos selecciones que esperan y desesperan al rival, que no asumen riesgos salvo que se vean por detrás en el marcador, que se multiplican cuando no tienen el balón. Curiosamente, cuando se han visto en la necesidad de atacar, han demostrado recursos. Pero prefieren la tranquilidad de no encajar goles a la aventura de buscarlos. Marruecos, con un talante más valiente, está fuera del Mundial. Mereció más en las dos citas y no consiguió premio.
El gran objetivo de España es sellar el pasaporte hacia los octavos de final y, a la par, reafirmar su identidad, la que le valió para llegar a Rusia, la de un equipo que sabe jugar con la presión alta, que no hace de la posesión de balón un dogma pero sí un hilo conductor, la de un grupo que quiere dominar los partidos a través de la pelota, sin olvidar que es un conjunto capaz de manejar varios matices, con tres nueves que pueden jugar solos o combinar entre sí, con la posibilidad de repetir lo que Zidane hizo en más de una ocasión en el Real Madrid con Lucas Vázquez y Asencio en las bandas, con la variante de la defensa de tres que viene ensayada de la etapa de Lopetegui.
Cuando ganó las Eurocopas del 2008 y el 2012 y el Mundial del 2010, España encontró el molde que la hizo más competitiva. Ninguno de los tres campeonatos fue un paseo militar, superó más de una batalla de las de cara o cruz. Pero también dejó más de una exhibición.
Hierro, que vivió cuatro mundiales como jugador -el de Sudáfrica como director deportivo- y que de la noche a la mañana se ha visto como seleccionador en Rusia, sabe cómo se respira y cómo se sufre en una fase final. Sacó un notable frente a Portugal, aprobó contra Irán. La nota de Marruecos marcará el futuro.