Francia gana con un viejo libreto

RUSIA 2018

PETER POWELL

Explotó el orden y el contragolpe con un equipo joven y plagado de estrellas que puede abrir una era

16 jul 2018 . Actualizado a las 20:32 h.

Tan justo como antiguo. Con un equipo joven y deslumbrante por el número y la variedad de sus estrellas, Francia ganó el Mundial de Rusia con un ejercicio de sobriedad y eficacia. El campeón rescata un viejo modelo, el del orden, la solidaridad y el contraataque. También ha vivido del balón parado y del fallo del rival. No termina ahí la propuesta de los bleu, que se enriquece de matices gracias a futbolistas sensacionales como Griezmann, Varane, Pogba, Kanté, Mbappé y hasta el suplente Dembelé. Un equipo tan joven y profundo que puede abrir una era a partir de ahora. Porque la escuela francesa, quizá la estructura formativa más rica del mundo, no dejará de producir prodigios para alimentar el relevo.

Todo lo contrario sucede con Croacia. Un país pequeño, sin estructura y cuya selección tiene un mérito indiscutible. Un equipo valiente y veterano que desperdició ayer su gran oportunidad, con referentes como Modric (32 años), Rakitic (30) y Mandzukic (32) más allá de la treintena.

El triunfo de Francia interrumpe el éxito del modelo que representaron primero la España de Sudáfrica 2010 y luego la Alemania de Brasil 2014. La posesión de balón y el protagonismo de los centrocampistas creativos figuraba en el centro de la idea. Un paradigma que ya cuestionó el título europeo de Portugal en el 2016 y que ahora discute la selección de Deschamps. Nunca hubo duda de que no hay un único camino válido hacia el triunfo, y su éxito desencadenará por imitación un regreso al fútbol de equilibrio y contragolpe.

«El estilo y la cultura que fueron bellos por momentos, irresistibles en otros, parece que han llegado a su fin», avanzó The Guardian después de la debacle de la España amanerada de los 1.029 pases hacia ninguna parte. La corrupción de una idea.

El Mundial de Rusia deja, como tantas otras veces también, un ejemplo alternativo. Al final la selección de Roberto Martínez ha sido la que ha aportado algo nuevo. Con una tercera vía edificada sobre el balón y la verticalidad. Con un fútbol interesante nacido de un dibujo que parecía en retirada, el 3-4-3. Y con un entrenador hábil para leer partidos y dar versatilidad a una selección que cabalga sobre un fenomenal grupo de mediapuntas. Salvando las distancias, su caída remite al aplauso que recibieron otras selecciones derrotadas: la Hungría de 1954, la Holanda de 1974 o la Brasil de 1982. Pero la copa recae en la Francia campeona de Deschamps. Con justicia, y con un viejo libreto.