Entre la escalada vertical y el alpinismo doméstico

La Voz M. M. | SANTIAGO

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PACO RODRÍGUEZ

La familia no puede acceder al garaje y los clientes de su negocio tienen que caminar sobre cartones para evitar enterrarse en el barro

24 may 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Los vecinos de O Eixo llevan años reclamando medidas de seguridad viaria para el núcleo, que quedó partido en dos por la carretera de Ourense. Sus protestas se vieron medianamente satisfechas cuando hace unos meses vieron desde lejos -los vecinos no fueron invitados- como se colocaba la primera piedra del paso subterráneo. Lo que parecía ser motivo de alegría se ha convertido en pesadilla para la familia del bar Mahía. Una pesadilla que alcanza los límites del terror en días como el de ayer, cuando el barro se autoinvita y se convierte en uno más de la familia. No sólo perdieron su huerta, imprescindible en una casa rural, sino que ahora se ven inmersos en una situación surrealista, que no parece tener final. La casa, en cuya antesala está una de las tascas tradicionales de la parroquia, quedó literalmente colgada a dos metros de altura de la pista que dará acceso al paso bajo el vial de Ourense. Para poder construir el subterráneo fue necesario rebajar el terreno desde varios metros atrás y llevarse por delante una pequeña pista y las huertas familiares, pero lo más grave es el aspecto del bar Mahía. Un desnivel embarrado les permite acceder caminando a la casa, aunque en días de lluvía el lodo les traga hasta las rodillas. Unos cartones de tabaco, que tienen que ser renovados con frecuencia, les permite sortear el barro y evitar que la tasca se convierta en una prolongación de la pista. Recinto decorativo A la casa mal que bien se consigue llegar, pero el garaje se ha convertido en un hábitaculo decorativo desde que el desmonte lo dejó inservible para los coches. Susa y Juan, los propietarios de la casa, sólo piden que se les haga un acceso digno para poder entrar con el tractor, con un camión y con el coche. La petición es lógica, pero la respuesta obtenida hasta ahora no parece satisfacer a la familia. Y es que sólo se les garantiza que se hará una pista en pendiente desde la carretera hasta el garaje. La pista pasará recta por delante de la casa para llegar ante el aparcamiento en forma de curva de noventa grados, y sobre un terraplén de alrededor de dos metros, lo que dificulta el acceso al mismo. La familia quiere que se amplie el ancho del camino a la casa y se reduzca la curva, con el fin de hacer operativa la entrada. Para ésto será necesario menguar el camino hacia el paso, lo que tampoco satisface a los responsables.