Directivos en un lado, directores en el otro

SANTIAGO

16 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El Obradoiro es un club singular hasta para los incendios y los sobresaltos. Solo así se puede explicar cómo una entidad que ha sabido defender su suerte durante veinte años con paciencia franciscana y que fue capaz de poner en marcha un proyecto ACB, casi desde cero, en poco más de dos meses también es imprevisible para desatar el delirio en apenas veinte horas.

Desde que el club tuvo que profesionalizarse para cruzar el umbral de la ACB se crearon dos frentes que no terminaron de congeniar. Por un lado estaban los dirigentes que vivieron a pie de obra la travesía judicial: José Ángel Docobo, Pepe Martínez y José Manuel Couceiro; por otro, los recién incorporados para gestionar el club, Miguel Juane, como director general, y Alberto Blanco para la dirección deportiva; en medio, otro directivo, Javier Laíño, cuya dimisión casi coincide en el tiempo con la destitución de Juane. Y descolgado, como un verso suelto, aparece también Raúl López, presidente del Breogán y directivo del Obradoiro.

Que no había química entre los tres directivos históricos y los dos directores, se barruntaba. Se podía esperar incluso alguna borrasca, pero no un aguacero.

Esos desencuentros, que no parecían ir más allá de la categoría de discrepancias de fondo, se fueron acentuando.

La marcha de Jackson le dio una vuelta de tuerca a la rivalidad, ya que los directivos no estuvieron muy de acuerdo con que Juane presentase la retirada del pívot como lo hizo, haciendo énfasis en dejar al jugador como un héroe. Quizás este episodio fuese el casus belli que desató la guerra. Quizás la gota que colmó el vaso.

Saltan las alarmas

Las alarmas empezaron a saltar el domingo, al filo de la media noche, cuando el club convoca una rueda de prensa en la que anuncia que el presidente, a su vez, va a comunicar el fichaje del jugador que relevará a Jackson. Efectivamente, Docobo confirmó en su comparecencia que había dado orden al directo deportivo para que cerrase la contratación de Massey. Pero todavía faltaba la firma del jugador. Y todo eso quedó en un segundo plano cuando reconoció que Miguel Juane había sido destituido.

A la conclusión de la rueda de prensa, el Obradoiro todavía no tenía fichaje, y a la dimisión del vicepresidente y tesorero, Javier Laíño, se le sumaba el cese del director general.

El club ha cambiado la paciencia por la agitación en la antesala de un partido que puede ser decisivo para el devenir del equipo en la ACB. Y en paralelo se ha puesto en marcha el ventilador de las maledicencias desde casi todas las direcciones.

Ahora queda por ver cómo reorganiza la directiva el reparto de funciones y si el equipo consigue revertir la mala racha de resultados que está atravesando. La acumulación de derrotas en la segunda vuelta después de un primer tramo de curso realmente esperanzador tampoco ha ayudado a que la tensa paz de los últimos meses se mantuviese firme.