Me llamo Draper, Don Draper

SANTIAGO

vuelve El hombre que ha renovado el concepto de masculinidad uniendo virilidad y elegancia, al más puro estilo bond. el publicista más sexi y arrogante estrena el 25 de marzo en estados unidos la quinta temporada de «mad men»

29 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

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S i había vida antes de Don Draper, esta estaba asociada a un combinado explosivo encarnado por Sean Connery en su papel de James Bond. Virilidad y elegancia se vestían de esmoquin por primera vez en el filme 007 contra el doctor No en el año 1962, para deleite de aquellas y aquellos que despertaban a una época que iniciaría el cambio de los roles atribuidos a hombres y mujeres, pero que entonces aún permanecían en compartimentos estancos. En el arranque de la década en que Connery se hizo Bond, y Marilyn le cantaba a Kennedy, la serie Mad Men- quizás debería decir simplemente la serie- fijó el suelo de una iconografía que ha trascendido lo puramente actoral, renovando, a partir de la televisión -antes le llamaban cine- estética, moda y los conceptos de masculinidad y feminidad. Todo un fenómeno social con un cuerpo de hombre a la cabeza: Don Draper. Interpretado por John Hamm, un desconocido actor que se impuso a más de setenta aspirantes y que estuvo a punto de no hacerse con el papel por ser demasiado atractivo, Don Draper ha obligado a revisar las bases de aquello que se entiende por un hombre. ¿Pero qué es un hombre? El diccionario de la RAE lo define en su tercera acepción como «varón que ha llegado a la edad adulta» y en la quinta como «individuo que tiene las cualidades consideradas varoniles por excelencia, como el valor y la firmeza». Sin duda, Draper nunca respondería a la segunda, porque ninguno de los dos atributos son su fuerte. Draper es un suplantador, infiel, con la cobardía emocional de un tipo capaz de dejar que su mujer se desmorone y se rehaga con otro antes que asumir que ha podido fallar en algo.

La vulnerabilidad es, en palabras del actor que lo representa, la raíz de su encanto, una cualidad que suma a su potencial como vendedor (en lo personal y profesional) unido a esa mezcla muy Bond de elegancia y virilidad. Un cóctel que siempre arrastra misterio y que en muy contadas ocasiones se combina, como en Sean Connery cuando Bond, al igual que en su continuador Daniel Craig. Y por supuesto, en Don Draper. De él han dicho que tiene el lado siniestro de Cary Grant, el atractivo sexual de Clark Gable, la soledad de Bogart y el halo protector de John Wayne. Es eso, sí, pero en la fuerza de su mirada clásica en blanco y negro brilla por encima de todo la luz del carisma que nace del desasosiego. El de un ser forjado en las aristas de una mentira que aún lo persigue en sueños.