El padre Isorna recibió el cariño de los periodistas

santiago / la voz

SANTIAGO

Verónica Reboredo

El ex delegado diocesano de medios de comunicación fue homenajeado por los profesionales compostelanos

12 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Hay homenajes y homenajes. Y el que ayer le brindaron los periodistas al padre José Isorna fue de los merecidos. El que fuera delegado de medios de comunicación del Arzobispado recibió de la Asociación de Periodistas de Galicia una edición especial del premio Diego Bernal y fue nombrado socio de honor de la Asociación de Periodistas de Santiago (APSC-FAPE). El escenario, como no podía ser de otra manera, fue el restaurante monumental de San Francisco.

Arturo Maneiro y Luís Menéndez, presidentes de la APG y de la APSC, respectivamente, subrayaron la personalidad bondadosa, humilde y generosa de José Isorna, mientras que José Ramón Gayoso, que presentó el acto, citó la intensa dedicación del padre franciscano al mundo de los medios de comunicación y Juan López Rico reveló divertidas anécdotas relacionadas con el «máxico» maletín de Isorna. El homenajeado, «con el corazón abraiado de emoción», agradeció «hasta la eternidad» esta muestra «tan generosa de amor, cariño y amistad» que, aseguró, no se podía esperar.

José Manuel Isorna Ferreirós, el padre Isorna, nació en Cordeiro (Valga) en 1921. Él mismo decía que «caer bien es una gracia de Dios», y él tiene esa gracia. Durante años, sus misas llegaron a miles de fieles a través de los rayos «católicos» de la TVG. Antes de fraile fue capellán, en 1959, en el Santa María, el mítico trasatlántico que secuestró Galvão. Considerado como «cura galeguista», en su dilatada trayectoria trató a la familia de Castelao, sobre todo a su hermana Teresa, de quien publicó su homilía. Y a Otero Pedrayo, a Cuevillas, a Xocas, a Risco, a Cunqueiro. «Tengo grandes recuerdos de todos», suele decir. Como periodista, el padre Isorna empezó a escribir en prensa en 1945, en tiempos de Blas Agra Mancebo. Y, de no haber sido cura, se habría hecho médico. Lo que se perdió la ciencia lo ganaron los periodistas. Y las almas.