Dos gestos

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

16 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En sesiones rimbombantes como las celebradas ayer por los ayuntamientos para constituir las nuevas corporaciones, dicen más los gestos y la letra pequeña, la susurrada, que los discursos altisonantes, que las grandes palabras. Observando lo ocurrido ayer en el salón de plenos del Pazo de Raxoi, entre tanta solemnidad, llaman la atención dos detalles del alcalde que cabe interpretar como un punto de arranque esperanzador. Uno de ellos tiene que ver con la vivencia íntima, con el sentimiento del propio Sánchez Bugallo al ser proclamado alcalde, y no es otro que el de la emoción a duras penas contenida. Que un político que por cuarta vez vive la experiencia de la confianza depositada en él por sus vecinos y esté a punto de romper a llorar de emoción merece como mínimo un voto de confianza no ya de quienes se lo dieron en las urnas, sino también de quienes no lo hicieron. Bugallo siempre ha dicho que su máxima aspiración, aquella que le colma plenamente como servidor público, es la de ser alcalde de Compostela y que ese es un empeño para dejarse la piel. Pueden ustedes creerle. Y el segundo gesto apunta al leitmotiv que debe regir la etapa que ahora se abre: el esfuerzo conjunto para alcanzar los grandes objetivos de ciudad. ¿Qué les dijo telegráficamente Bugallo, al tiempo que les colgaba las medallas de concejales, a Marta Lois, a Rafa Peña, a José Antonio Constenla...? Que esperaba contar con su aportación para llevar a cabo iniciativas en las que se han manejado bien, dentro -los dos primeros como miembros del gobierno de CA- o fuera del Concello. Sumar, por encima de un estado de necesidad de un ejecutivo en minoría, es el estilo de gobierno que la ciudad espera.