Pese a que ha sido recientemente rebacheada, la A-54, que une Santiago con el aeropuerto presenta un estado que en modo alguno se ajusta al de un vial tan notorio y con tanto tráfico
11 oct 2019 . Actualizado a las 23:38 h.Hace un mes se abría al tráfico el tramo de la A-54 entre Santiago y Arzúa. Son 18,5 kilómetros impecables en cuanto a trazado y estado del firme que han dejado en evidencia los primeros 12 kilómetros de la autovía, los que van desde la rotonda de la avenida de Asturias al aeropuerto de Lavacolla. Estos presentan un estado de conservación pésimo, que en modo alguno es el que le corresponde a una autovía tan transitada y de tanta notoriedad, ya que es la carta de presentación de la ciudad para todos los turistas que llegan a Compostela en avión.
Los primeros metros de la autovía en sentido Lavacolla ya muestran al conductor lo que le espera. El firme muestra claras deficiencias que hacen que la conducción sea incómoda porque la calzada está llena de irregularidades. Era peor hace pocos días, ya que recientemente el Ministerio de Fomento ha ejecutado un rebacheo de la vía que ha eliminado los peores agujeros que poblaban la calzada, algunos de ellos verdaderamente peligrosos para la seguridad vial.
El tipo de arreglo que se ha acometido varía en función de la zona. Allá donde las deficiencias eran auténticos socavones hasta hace bien poco, se ha parcheado el firme por secciones, dejando grandes rectángulos de asfalto nuevo. En otros lugares, donde el problema era más bien de firme rugoso, se han rellenado grietas y pequeñas irregularidades. El resultado es más chapucero tanto estéticamente como desde el punto de vista de la comodidad de la conducción, ya que no evita latosas vibraciones.
A la altura del kilómetro 93, el firme sigue estando rugoso pese a las últimas reparaciones y el color gris pálido que presenta en todos los tramos que no han sido rebacheados evidencia el verdadero problema: en los veinte años que lleva operativa la autovía Santiago-Lavacolla jamás se ha vuelto a asfaltar en su totalidad y tan solo se han hecho remiendos puntuales.
Parches y firme rugoso
A la altura de la salida de San Marcos, aunque el estado de la calzada no es el idóneo, al menos no hay socavones, como ocurría antes de que se llevase el reciente rebacheo de la vía. Esta es la tónica general en toda la AG-54 en sentido Lavacolla: firme rugoso y con parches por todas partes que no evita que haya puntos donde aún estén presentes los baches, como ocurre en el kilómetro 88.
El final del trayecto, hasta llegar al recientemente inaugurado tramo en dirección a Arzúa, está en mejor estado, salvo en la salida del propio aeropuerto, donde el firme presenta muchos remiendos y da una pésima imagen.
El trayecto Lavacolla-Santiago tiene aún peor aspecto, porque los parches que se han hecho son menos eficientes. En lugar de grandes rectángulos de asfalto reparado, en este tramo de la autovía AG-54 son mucho más frecuentes los remiendos a base de relleno de grietas con asfalto. Un tipo de obra que da peores resultados y que muy probablemente volverá a levantarse en no mucho tiempo.
Además, aún existen zonas con el asfalto hundido por el efecto del intenso tráfico de vehículos pesados que soporta la autovía, lo que provoca que el coche vibre. En sentido Santiago, lo peor está a la altura del kilómetro 88, donde la vía cuenta con muchos remiendos mal resueltos y que han dejado un firme rugoso y desigual que en modo alguno corresponde a una autovía.