Seguro que la Xunta lo ha hecho con la mejor intención del mundo, y razones no le faltan: se buscó la homogeneización con los parámetros de Europa. Pero el Camino de Santiago no se define ni como una ruta de senderistas ni como paraíso de la bicicleta, como la EuroVelo del Algarve. La ruta jacobea es algo distinto y sin parangón en el mundo. El hacer el Camino andando, en bicicleta o en burro pardo zamorano resulta irrelevante. Lo relevante es conocerlo, sentirlo y no olvidarlo.
Así que cuente la Xunta con que los ciclistas-peregrinos no van a dar la bienvenida a la ruta EuroVelo 3. Porque ir por el asfalto -aunque sean vías secundarias- es siempre peligroso y porque eso no es hacer el Camino. Y ahí la Xunta no tiene las de ganar: la Guardia Civil no se va a poner a ordenar el tráfico. Nava Castro, aún al frente de Turismo de Galicia, resaltaba ayer que «a veces es difícil compatibilizar los diversos medios de realizar la peregrinación, especialmente entre peregrinos a pie y en bicicleta». Y eso pone sobre la mesa que el Gobierno central ha anunciado en el 2019 que invertirá 1,8 millones para mejorar la seguridad viaria. Ya está tardando.