Algún día la pequeña historia local -esa tan olvidada en Galicia- recogerá que el sábado fue una jornada inolvidable en el mundo de los Caminos de Santiago. No porque el Inglés sea el más importante de todos, que no lo es (aunque sí el de mayor crecimiento en el 2019), sino porque por primera vez dieciséis municipios gallegos se pusieron de acuerdo en desarrollar una acción todos a una: a las 10 de la mañana, salieron a caminar alcaldes, concejales y vecinos por el tramo de esa ruta jacobea que cruza su territorio. Y en este país que llamamos Galicia ello roza la hazaña. La cual, por cierto, se debe al empuje de un concello de la comarca, Oroso, y además ese empuje tiene nombres propios aunque no sea este el lugar y momento para escribirlos ahora.
Que hacer algo era necesario resultaba tan evidente que quedaron aparcadas diferencias políticas ¡en plena campaña electoral! La cosa tiene su mérito, no me digan. Había un interés común en promocionar esa ruta jacobea, que solamente en Sigüeiro dejó más de 600.000 euros el año pasado. En el propio Sigüeiro, donde se desarrolló el acto protocolario, se daban cita en una atmósfera envidiable -¡que dure, que dure!- el conselleiro de Cultura e Turismo, las autoridades locales, el vicepresidente de la Diputación -que además es peso pesado del BNG- y variopinto paisanaje. Y algo similar sucedió en Ordes y Mesía, por citar solo los municipios más cercanos a Compostela.
Deberían de tomar nota los alcaldes de otros caminos. Los del Portugués, por ejemplo. O los de la Prolongación a Fisterra y Muxía. Pero parece ser que por ahí seguimos padeciendo el mal milenario: Eu arranxo a miña vida e ti vai facendo o que poidas…