CaixaBank cuenta con 14 sedes en la ciudad, y Bankia, solo dos en el centro
20 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.La fusión entre CaixaBank y Bankia para crear la entidad más grande de España no será la última, según los expertos, pero tampoco se trata de la más impactante en términos laborales y de servicio, al menos en Galicia, y más concretamente en Santiago. La posición de ambos bancos por separado no es, ni mucho menos, proporcional a la que se da en el resto de la comunidad o en España.
Más allá de cambiar los números de cuenta -previsiblemente los clientes de Bankia- los movimientos en el sector siempre tiene consecuencias para los clientes, pero también para el paisaje de las ciudades. En el caso de Compostela, la repercusión puede ser mínima, porque las duplicidades son muy limitadas. De hecho, las últimas marcas que identificaban a ambas entidades como cajas ya tenían una trayectoria muy distinta en la capital gallega. La Caixa hizo una apuesta fuerte por la implantación hasta llegar a las 14 oficinas actuales, cuando la antigua Caja Madrid ya estaba en retroceso. A día de hoy, Bankia solo cuenta con dos oficinas muy céntricas, en la plaza de Galicia y en la de Puente Castro, en el edificio que hace esquina entre República de Argentina y Doutor Teixeiro. El llamativo local está cerca de una oficina de La Caixa en la rúa da Rosa. Además, el banco originario de Cataluña eligió Santiago para abrir en el 2016 una sede de nueva generación en Xeneral Pardiñas, con 600 metros cuadrados y unos 7.000 clientes, según la propia entidad. Además, se trata de uno de los bancos con mayor presencia en las rúas históricas, con oficinas en O Franco, Campo de San Antonio, San Roque o Concheiros.
La difícil situación que atravesó Bankia durante la crisis financiera tuvo más repercusión cultural que económica en Santiago. En las vacas gordas, Caja Madrid tenía una sucursal bancaria en Casas Reais, y en el 2002 su fundación optó por llevar al emblemático inmueble una biblioteca. En el 2012, tras la intervención del Estado, la acción social se quedó en nada y el local cerró.
Las cajas y las absorciones del Santander dejaron más huella económica y cultural
La fusión de las cajas gallegas y su posterior conversión en un banco provocó el cierre y concentración de sedes, movimientos que en los últimos años se han estabilizado ya bajo la nueva propiedad de Abanca. La antigua rivalidad entre Caixa Galicia y Caixanova propició la apertura de numerosos espacios culturales auspiciados por sus obras sociales, como las fundaciones culturales de Cervantes, la Rúa do Vilar o el auditorio del Preguntoiro, que tras años de dudas han retomado sus usos. No fue el caso del Aula de Cultura de Carreira do Conde, que tenía el mejor auditorio de la zona del Ensanche.
Al margen del goteo de cierre de oficinas generalizado, los cambios más llamativos giraron en torno al Banco Santander. La adquisición de Banesto provocó una evidente duplicidad en la plaza de Galicia, pero fue el local de esta última entidad, en los bajos del Hotel Compostela, la que levantó la principal bandera en la capital, dejando un goloso bajo que aprovechó Inditex.
Paralelamente, el Pastor acabó en manos del Popular en el 2012, y cinco años más tarde todos acabaron bajo el control de Patricia Botín. Esta operación comprometió la existencia de la antigua oficina principal del Banco Pastor, ahora cerrada. Construida en 1975 en Fonte de San Antonio, su estética levantó cierta polémica, eclipsada por el derribo ese mismo año del cercano edificio Castromil.
En la rúa da Senra, identificada durante décadas como la calle más apetecible para los bancos, hubo varios cierres en poco tiempo, incluida una sede del Popular que recientemente ha reactivado el Santander.