Catalina Lavandeira, de Santiago a Mozambique para ayudar a la población albina

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

Solidaria, viajera y valiente, esta alumna de Matemáticas pasará ocho meses en el país africano colaborando con una oenegé

18 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El martes embarca hacia Maputo, capital de Mozambique. Lo hace vía Madrid, en donde se reúne con una compañera enfermera y recogen una maleta con medicamentos y un equipo de crioterapia. Durante los próximos ocho meses Catalina Lavandeira Gippini, compostelana de 19 años, formará parte de un proyecto solidario de la oenegé África directo para ayudar a la población albina en esa ciudad.

A Cata, como la llaman habitualmente, el voluntariado y la cooperación no le son ajenos. Cursó un año de la ESO en Canadá y colaboró con un hospital, y el año pasado estuvo como voluntaria en Agadea, la Asociación Galega de Axuda aos Enfermos de Alzhéimer. En su nueva etapa la animó el hecho de que los integrantes de África directo son cien por cien voluntarios. Cuando llegue allí aplicará sus conocimientos matemáticos para llevar a cabo un registro y recogida de datos de la población albina y de sus condiciones sanitarias, además de colaborar en la formación de este colectivo. Porque la esperanza de vida en Mozambique para estas personas «é duns trinta anos», cuenta Cata. «Por un lado sofren moita violencia, son secuestrados e perseguidos, sofren mutilacións nos xenitais porque no mercado negro se venden como amuletos, e mesmo hai a crenza de que deitarse con mulleres albinas cura a sida». Pero a ello se suma que por sus condiciones genéticas «ao non ter melanina e traballar no campo, a maioría padece cancro de pel a idades temperás».

De hecho, dentro de su proyecto, en octubre y mayo la oenegé y la compañía Isdin llevarán a cabo dos misiones médicas con la presencia de dermatólogos que harán consultas a estas personas.

Apenas unos días antes de salir, Catalina admite tener «moita ilusión e algo de nervios». Prefiere esperar a llegar allí para hacerse una idea de lo que supondrá esta gran experiencia, «máis que velo como un xeito de crecemento persoal creo que ata que chegue alí non podo imaxinar o que suporá». Ocho meses lejos de casa a sus 19 años que no serán los primeros. Pero precisamente su experiencia en Canadá la animó a dar este paso, «sen dúbida, doutro xeito podería ir un mes, ao mellor, pero non me animaría a marchar tanto tempo».

Aquí deja sus estudios de Matemáticas, que le encantan, y a los que sabe que volverá, «sei que teño que volver e rematar a carreira, e por iso me decidín a deixalo un ano, porque volverei, formareime e chegará un momento no que sexa cooperante».

Porque la solidaridad no está reñida con las carreras científicas. Ella lo tiene claro. Y precisamente afirma que este proyecto le descubrirá cómo las matemáticas no son solo «cousa de docencia e medicina». La vida da muchas vueltas, asegura, pero su intención es cursar un máster enfocado en el ámbito social para dedicarse en un futuro a la cooperación, «e non quería esperar ao último ano da carreira para ver se podo facer o que me gusta con ela». El martes viajará más de 12.000 kilómetros con una maleta cargada de medicamentos y otra de ilusiones. Pero el mundo es de los valientes, y a Cata valentía le sobra.