Carlos Fernández Coto: «Un hórreo no puede limpiarse con una máquina de agua a presión, está prohibido»

S. Gómez

SANTIAGO

CARMELA QUEIJEIRO

El presidente de Apatrigal lamenta la falta de concienciación de la población ante los ataques al patrimonio

20 mar 2023 . Actualizado a las 11:47 h.

Hay pocas personas que conozcan más y mejor el patrimonio de Galicia que Carlos Fernández Coto. Presidente de la Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego (Apatrigal), se ha convertido en un referente a la hora de denunciar las varapalos que sufren los edificios y bienes históricos: «Hay una falta brutal de concienciación por parte de todos. Es una parte de la marca España. Parece que solo funcionamos a base de multas, como ocurre con los coches». 

Cree que no está de más seguir el ejemplo de otros países cercanos, como es el caso de Finlandia. «Allí lo tienen muy claro. Si ocurre lo mismo que en Praterías, con la gente bañándose en la fuente, hay cuatro vecinos llamando a la policía. Saben lo que cuesta y les duele. Aquí no tenemos educación patrimonial».

Considera que «el problema más gordo es la impunidad, porque vemos los vídeos y no se identifica a nadie. Ni hay multas ni sanciones». Admite que en Madrid sí se sancionó a una persona con varios meses de prisión por atacar una obra de arte, «pero era en un espacio privado. Ahí hay alguien que se preocupa en investigar. En el caso de los chavales que se subieron a la reja de la Catedral de Santiago, no creo que causaran daños y tampoco tiene sentido denunciarlos para que finalmente salgan absueltos. Pero no se trata de un daño físico, sino moral. Le estás diciendo al resto de los ciudadanos que pueden actuar como consideren y que van a salir impunes», insiste.

Coto pone otros ejemplos similares, como las pintadas que aparecieron en Colegiata de Santa María del Campo, en A Coruña, y que considera una «aberración», así como otro menos tangibles «como lo que ocurre en Fisterra, donde los peregrinos queman ropa, tiran basura y contaminan, que es un maltrato del patrimonio y del paisaje». 

Las claves

Admite que, aunque no todos viven el patrimonio de la misma manera que el más de centenar de socios de Apatrigal, deben cumplir con la legislación, sobre todo y lógicamente, la administración: «Cuando llegué de arquitecto a A Pobra, tuve que parar a los operarios que estaban limpiando el museo Valle-Inclán con una Karcher. ¡Está prohibido! Además que fueron borrando todos los escudos».

Dice que ha visto más casos así a lo largo de los años, y por ello en la restauración de la «Catedral de Santiago se utilizaron otros métodos. Como es el cepillo o el láser», cuestión que asegura también deben seguir quiénes limpian las piezas que tienen en sus casas: «Un hórreo no puede limpiarse con una máquina de agua a presión, está prohibido».

Aunque sabe que con esta última afirmación quizás se gane más de un detractor, Coto dice que seguirá defendiendo el patrimonio, sea donde sea, y frente a quien le toque. Es su regalo para las generaciones venideras.