El resultado del 28M complica los equilibrios plenarios para la gobernabilidad del Concello de Santiago

r. martínez SANTIAGO / LA VOZ

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Goretti Sanmartín (PSOE) y María Rozas (CA)
Goretti Sanmartín (PSOE) y María Rozas (CA) Sandra Alonso

El bipartito necesitará al menos la abstención del PP o el apoyo del PSOE para sacar adelante incluso los asuntos de mayoría simple

16 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El gobierno de coalición BNG-CA con el que previsiblemente arrancará el nuevo mandato estará obligado a una negociación prácticamente permanente para asegurar la gobernabilidad. No solo tendrá que limar internamente las asperezas que puedan surgir en la gestión que compartirán nacionalistas y municipalistas. También está obligado inicialmente a buscar socios puntuales, ya sea en el PSOE o en el PP, para sacar adelante cualquier propuesta que lleven al pleno.

Aunque buena parte de la iniciativa de gobierno se decide en la Xunta de Goberno, en la que solo está el ejecutivo, hay cuestiones que son de competencia exclusiva de la corporación, como las urbanísticas, el modelo de gestión de servicios como el agua y las que determinan la capacidad financiera propia y de gasto del Ayuntamiento, porque las ordenanzas fiscales y los presupuestos han de pasar por el pleno y someterse a la votación de sus 25 integrantes. Y ahí la coalición que encabezarían Goretti Sanmartín (BNG) y María Rozas (Compostela Aberta, CA) estará en absoluta minoría.

No todos los asuntos plenarios requieren la misma mayoría. Los hay que exigen la absoluta: 13 votos, la mitad más uno de la corporación, la que necesita Sanmartín para ser investida. En otros llega con la mayoría simple: la mayoría de los presentes en el momento de la votación. Pero el bipartito, por sí mismo (8 ediles), no tiene ni esta última. Solo el PP, la formación más votada, suma 11.

Sí la tenía Bugallo en el mandato que hoy concluye, con 10 concejales (frente a 8 del PP, 5 de CA y 2 del BNG), pero solo cuando el PP y Compostela Aberta no coincidiesen votando en contra. La abstención de cualquiera de los dos le era suficiente, porque ni siquiera la coincidencia de voto de populares y nacionalistas podía tumbar sus iniciativas: el voto de calidad del alcalde se impone siempre ante los empates.

La coalición de Sanmartín y Rozas lo tiene todavía más complicado. Para los asuntos que exigen mayoría absoluta deberá contar con el apoyo del PP o del PSOE, en ausencia del de ambos. Y no podrá imponerse con la mayoría simple nunca, salvo que se abstenga el PP. La abstención de los socialistas no les sería suficiente.

La aritmética plenaria exige más equilibrios al gobierno en este mandato, aunque también sitúa al PSOE en una situación complicada. Divididos sobre la oportunidad de entrar o no en el gobierno, los socialistas han decidido finalmente quedarse en la oposición abiertos a acuerdos puntuales. Su posición en la corporación los convierte inicialmente, por proximidad ideológica, en el claro interlocutor del gobierno y en una pieza clave para sacar adelante las iniciativas que han de pasar por el pleno. Pero también los obliga a sopesar mucho cualquier abstención. Porque la suya no basculará hacia el mismo lado que lo hacían las de CA y BNG. Por la aritmética plenaria, aquellas beneficiaban (o no entorpecían) la posición del gobierno (PSOE), la formación más votada entonces en las urnas. Con la configuración de la nueva corporación, ya no será así. La formación más numerosa ahora estará en la oposición, con lo que una abstención del PSOE bloqueará la acción de gobierno siempre que el PP (11) vote en contra del bipartito (8).