La adaptación de la casa de Diego Rey choca con la lentitud de la burocracia

SANTIAGO

En julio les dijeron que todo estaba bien y ahora les piden otro informe
10 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Diego Rey, enfermo de una variante rápida de esclerosis múltiple, sigue esperando a que comiencen las obras de adaptación de su vivienda de la rúa das Hortas a sus circunstancias personales. Tras pelearse con la Administración para que le reconocieran la totalidad de su situación de dependencia e invalidez, y poder contar por tanto con una pensión más alta para asumir las obras, Diego choca ahora con la lentitud del Concello de Santiago para conceder la licencia de obras. En mayo pasado presentaron la solicitud. Según explica su mujer, Esther Tubío, «se supone que iban a tramitarla por urgencia ante las circunstancias de Diego». En julio, poco antes de la semana grande de las Festas do Apóstolo, el arquitecto municipal que lleva su expediente les informó de que todo estaba bien, por lo que entendieron que pronto recibirían la licencia. Pero Esther Tubío no las tenía todas consigo y no perdió de vista el expediente.
Y ahora que la licencia sigue sin llegar, ve confirmados sus temores: «Algo no iba bien». Esta misma semana pudo confirmar que el Concello remitió en agosto un requerimiento que no llegó hasta esta semana al despacho que le lleva el asunto. «No se entiende que tarde tanto en llegar, pero las Administraciones son así», lamenta. En ese requerimiento le piden un nuevo informe. Al tratarse de una casa situada en el ámbito del Plan Especial, el proyecto de reforma debe ir acompañado de un informe del arqueólogo. «No entiendo porque no lo pidieron antes», se queja Esther. Este documento es necesario, según fuentes del Concello, porque se toca el suelo de la casa, por lo que un arqueólogo debe hacer unas catas para asegurar que no se altera nada en el subsuelo. La cuestión es que no se contemplan obras de calado en el suelo de la vivienda. «No se excava, ni se profundiza, ni se cambia el tipo de suelo. Lo que se hace es retirar la baldosa, echar un producto para matar las termitas que entran en la casa desde la calle y se vuelve a poner la misma baldosa», explica Esther. En una reunión entre su arquitecto y el municipal se resolvió que «será suficiente una memoria del arquitecto especificando qué se hará en la casa, y supongo que dejando claro que no se altera nada», subraya.
Reclama más facilidades
Aunque Esther confía en que «de verdad valga así», para obtener la licencia y empezar los trabajos, también teme «que vuelvan a poner pegas». Considera que «la Administración debería facilitar las cosas a la gente». Sostiene que, aunque sea necesario proteger el Patrimonio, «hay que pensar en la gente. Nos dicen que, además del nuestro, hay otros muchos expedientes esperando respuestas durante meses y meses». Esther Tubío lamenta «tener que dedicar tanto tiempo y esfuerzos en conseguir resolver trámites. No pido nada a lo que no tenga derecho, es una cuestión de justicia social», defiende.

«Asumimos las obras por necesidad»
Esther y Diego insisten en que «las obras que hacemos en la casa no son para ponerla bonita. Son por necesidad». En el exterior de la vivienda hicieron unas modificaciones para mejorar el acceso a la casa, pero «una vez dentro Diego necesita poder moverse con su silla de ruedas». Uno de los trabajos que hay que afrontar, por ejemplo, es el tamaño de las puertas, que tienen las medidas estándar, pero también cambiar el baño y modificar estancias para dejar espacio libre. Esther insiste en que «Diego lleva años sin poder darse una ducha. Hay que lavarlo en la cama. Algo tan cotidiano como eso no se puede hacer en la casa. Son obras necesarias», recalca. Para afrontar la reforma, Esther y Diego están pagando ya un crédito, que se suma el alquiler del piso al que se trasladaron para dejar libre la casa. «Pensé que todo iría más rápido». Aseguran que si el baño del piso en el que ahora están de alquiler fuera adaptado no harían reformas. «Alquilaba la casa, que está bien si no tienes problemas de movilidad, y nosotros vivimos de alquiler. Aquí, salvo por el baño, estamos de maravilla, pero no es fácil conseguir una vivienda adaptada a un precio normal», lamentan.