Que la reina esté hoy en Sigüeiro (o al menos esa era la previsión cuando se imprimió este periódico) debe ser motivo de orgullo para todo bien nacido, sea de Sigüeiro, de Oroso o de Galicia entera. Es una muestra de que la normalidad institucional reina en España y de que desde la Casa Real se ve esta comunidad como algo estable, con una Xunta que no se dedica a zascandilear y una oposición que acepta las reglas del juego (una parte más que otra).
Y eso es lo que quiere el ciudadano: estabilidad y tener una aceptable previsión de por dónde van las cosas.
Es de esperar —o al menos sería de desear— que de paso a doña Letizia se le explique qué es el Camino Inglés, el pulmón de Sigüeiro. Qué es el Camino de Santiago ya lo sabe de sus tiempos de periodista —y además resulta imposible encontrar en España a alguien que lo ignore— pero entra en el capítulo de lo dudoso que sepa que existe esa ruta jacobea que viene del país de sus antepasados políticos (su marido es pariente del rey Carlos de Gran Bretaña).
A la visita real se va a sumar el próximo domingo, si no aparece inconveniente de última hora, la del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, a un acto privado de su partido.
Ambas cosas dan realce y peso a la comarca compostelana, sea uno monárquico o no, socialista o de otra ideología. Hay que ser muy ciego para no ver que tanto la reina como Pedro Sánchez de alguna manera promocionan (no turísticamente, claro, sino desde el punto de vista de generar un sentimiento de orgullo ciudadano) esta comarca, así que bienvenidos. Porque miles de centros educativos estarían encantados de recibir a doña Letizia, pero está aquí. No es buena idea escupir al cielo.