Él cumplió su 40.º Camino de Santiago en medio de un duelo

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Raúl Vicenzo Giglio hizo su primer Camino de Santiago a comienzos de los 90, cuando tenía 20 años, con un grupo organizado de personas que lo recorrían en bici para «procesar un duelo»: la pérdida de su mejor amigo. Y este fin de semana completó su cuadragésima ruta jacobea, arrastrando otro duelo, el fallecimiento de su madre, quien en su día fue peregrina también.
Raúl Vicenzo Giglio hizo su primer Camino de Santiago a comienzos de los 90, cuando tenía 20 años, con un grupo organizado de personas que lo recorrían en bici para «procesar un duelo»: la pérdida de su mejor amigo. Y este fin de semana completó su cuadragésima ruta jacobea, arrastrando otro duelo, el fallecimiento de su madre, quien en su día fue peregrina también. Sandra Alonso

El guía Raúl Vicenzo Giglio completó la ruta 15 veces en los últimos cuatro años

26 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

No tiene el récord de peregrinaciones a Compostela, pero su historia representa a la de infinidad de personas cuyas vidas se vieron marcadas por el Camino de Santiago, que ha supuesto un antes y un después. No se imaginaba Raúl Vicenzo Giglio a inicios de los años 90, cuando debutó en la aventura jacobea, que acabaría recorriendo decenas de veces la famosa ruta. Este fin de semana el madrileño completó su cuadragésimo Camino y lo hizo en medio de un duelo, que forma parte de esa mochila invisible con la que avanzan tantos peregrinos.

Curiosamente, la primera vez que lo realizó fue tras fallecer su mejor amigo en un accidente de tráfico. Tenía 20 años y se unió a un grupo organizado de bicigrinos pensando en que le ayudaría a «procesar esta pérdida». Ahora es él el que dirige a otros ciclistas (actualmente, a través del Camino Portugués), además de recorrer otros trazados a pie por su cuenta. Y, lejos de ir a menos, su espíritu viajero va a más, ya que en los últimos cuatro años y medio completó la Ruta en 15 ocasiones (es decir, peregrinó una media de tres o cuatro veces al año).

Sandra Alonso

Cuenta que en este tiempo pasaron muchas cosas: «Además de una pandemia, el año pasado, en pleno Camino de Santiago, me llegó la noticia en Oporto de que mi madre había entrado en coma. Yo, con mucho dolor y preocupación, decidí continuar. Y, al poco tiempo de volver de Santiago, ella falleció». Reconoce que no todo el mundo entendió su determinación de seguir en estas circunstancias, pero considera que ella lo habría apoyado: «Estoy convencido de que hice lo correcto en ese momento, no sé si sabiendo que eran los últimos días mi madre lo haría igual, pero ha sido como ha sido... y sé que ella, que también ha sido peregrina, entendería la decisión». Reconoce, asimismo, que le costó mucho hacerlo. «En la credencial que me dieron al final del viaje cambié mi nombre por el suyo y le llevé esa compostela al hospital, porque aquel Camino lo hice con y por ella, poniendo velas en ruta cada dos por tres», relata. «Desde entonces en cada uno de ellos tengo momentos de conexión con ella, a veces emotivos, otros dolorosos, hay lágrimas que siento que en esta ruta nos unen más...», subraya un hijo que todavía está en medio del proceso de duelo.

Explica Raúl, quien llegó el sábado en bici al Obradoiro y salió ayer mismo a pie rumbo a Finisterre, que para él «estar en el Camino es como entrar en otra dimensión... aquí la gente consigue cosas que no haría en su vida cotidiana nunca». Como guía recuerda, por ejemplo, a una mujer que tenía obesidad y nunca había caminado más de 10 kilómetros, «pues el primer día hizo 18 y el segundo 32 kilómetros», cuenta un hombre curtido como peregrino al que el Camino no deja nunca de sorprender.