El negocio familiar de costura de Santiago que es la envidia de otros comerciantes por su horario

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

Inés y Bea, madre e hija, adaptaron su jornada a comienzos de año, por ahorro energético y conciliación familiar, y no pueden estar más satisfechas con el cambio

08 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Un cartel anuncia en el escaparate de la tienda Cóseme su nuevo horario, toda una declaración de principios: «Por conciliación familiar, por ahorro energético y porque también somos europeos, a partir del 2 de enero nuevo horario: de lunes a viernes, de 9.30 a 18 horas». En este negocio dirigido en Santiago por una madre y su hija, Inés y Bea Cela Regueiro, decidieron implantar la jornada continua hace 11 meses y no pueden estar más satisfechas con el cambio. De hecho, cuentan desde el establecimiento de Frei Rosendo Salvado, otros comerciantes de la zona se han interesado por saber cómo les va para valorar si siguen sus pasos.

«Yo no tengo hijos, pero sí sobrinos y una abuelita que falleció recientemente. A veces, cuando hablamos de conciliación familiar, pensamos solo en los niños, pero va mucho más allá de eso. Nosotras decidimos ser valientes y dar este paso. Nuestro mayor miedo era perder clientes, y es verdad que el primer mes el público estaba un poco descolocado, pero lo acabó asimilando muy bien y el trabajo es más productivo. Antes teníamos el típico horario comercial, de 10 a 13.30 y de 17 a 20.30 horas. Hay mucha gente que tiene ese mismo horario y ahora pueden venir al mediodía y les es más fácil aparcar. Además, aquí trabajamos con planchas industriales que no puedes apagar al final de la mañana y volver a encender por la tarde, por lo que seguían consumiendo y no le sacabas ningún beneficio. De esta forma, reduces el gasto energético y la gasolina para ir a comer», indica Bea. Cuenta que se turnan y organizan entre ambas para hacer la parada del almuerzo, aunque algún día acaban saltándosela y «cenamos tempranito, ¡otra cosa que nos ahorramos!», añade entre risas.

Ella y su madre, dice, están acostumbradas a arriesgar. Recuerda que decidieron emprender juntas «para buscar una salida laboral» y Cóseme empezó en el 2009 en un piso alquilado en esa misma calle, donde hacían los arreglos de costura. Dos años más tarde, daban «el salto a la calle, con la tienda». Allí, además del servicio de costura y de planchado profesional, estas compostelanas venden ropa de mujer. Y, desde hace tres meses, también ofrecen bordado industrial personalizado. Inés, que trabajó en el departamento de estilismo de una productora audiovisual (CTV) y tiene un don de gentes natural, se encarga de la parte de las ventas. Y su hija Bea, que lleva toda la vida de cara al público y en el mundo de la moda, asume con gusto el trabajo de modista, una profesión que aprendió de forma autodidacta y que reivindica como un «trabajo artesanal».

Para ella es importante que se dé valor a la costura, porque es un proceso que lleva tiempo, y conlleva un trabajo a mano que no siempre se valora en su justa medida. Explica que en su contra juega la llamada fast fashion, un tipo de moda de baja calidad que está concebida para durar una temporada y cuya reparación puede resultar a veces tan cara como adquirir una prenda nueva. Aunque Inés es más optimista, su hija considera que su sector está en tiempos bajos y camina hacia la desaparición, por eso están diversificando el negocio e incluso planean hacer planchado a domicilio, desplazando su equipo hasta los hogares para ofrecer este servicio in situ. El perfil de la clientela de Cóseme es muy variado, dicen, y tanto acuden a ellas los estudiantes -principalmente para arreglar bajos y cremalleras-  como personas de mayor edad. Explica Bea, quien estuvo viviendo varios años en el sur, que en el norte hay más arreglos porque se utilizan más prendas de abrigo y en el invierno siempre hay un repunte de este tipo de labores, mientras que en verano se reduce y se compensa con las ventas de moda.

Cuenta que superar la pandemia fue para ellas todo un logro, ya que muchos de sus clientes no son de Santiago sino de otros concellos e incluso de otras provincias y con el cierre perimetral vieron su actividad realmente limitada. ¿Y por qué acuden personas de Vigo o Vilagacía a una tienda de arreglos de Compostela? «Porque cuando tienes una prenda nueva quieres estrenarla y en muchos sitios sabes cuando la dejas pero no cuándo la vas a tener lista. Nosotras no tardamos más de una semana en darle salida». Es, concluye Bea, una cuestión de rapidez y de organización del trabajo.