Mar Piñeiro: «Yo vivo la vida de mis hijos, que no la mía, pero aun así soy feliz»

irene martín SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

La presidenta de la Asociación Fonte da Virxe, de familiares de enfermos mentales, tiene más de 400 socios

27 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es licenciada en Geografía e Historia, pero nunca pudo ejercer su profesión debido a la coyuntura familiar. Mar Piñeiro Sobrido (Boiro, 1958) tiene tres hijos, los dos varones fueron diagnosticados en la adolescencia de trastorno bipolar, una enfermedad mental que provoca alteraciones extremas del estado de ánimo. «El mayor tiene 45 años, sufre crisis largas que hay que procurar atajar cuanto antes y ha pasado por catorce ingresos hospitalarios. El pequeño tiene 35 años y es más ciclotímico, por la mañana puede estar muy contento y por la tarde, metido en la cama», según relata la madre, que destaca su «buen rendimiento» escolar mientras fueron al colegio.

Hoy, el mayor vive solo en un piso de protección oficial, pero con el apoyo «intensivo» de su madre, y el pequeño vive en casa con los padres. «Lo nuestro es muy duro. Yo he vivido la vida de mis hijos, porque la mía no la he vivido, pero aun así soy feliz. Los padres sufrimos, pero ellos aún más, porque a veces no tienen conciencia de su enfermedad», advierte Piñeiro. ¿Y cómo afrontan el día a día los cuidadores?, preguntamos. «Así, día a día; porque nosotros vivimos siempre con sobresaltos. Es una lucha constante. Vivir el presente, sin pensar demasiado en el mañana. El día que no pasa nada, como hoy, es un día muy feliz. Pero esto te desgasta en todos los niveles: física, emocional y económicamente. Yo vivo la vida de mis hijos, porque la mía no la he vivido. Nuestra preocupación actual es el futuro, cuando mi marido ni yo podamos ayudarlos. Porque esta carga no se la puedo dejar a mi hija, que tiene dos hijos, su familia y su trabajo. En todo caso, podrá tutelarlos, pero nada más», según responde. «Estamos pensando en llevarlos a una residencia, en su día, porque en una vivienda no pueden estar solos, ni sabrían administrarla. Es nuestro tema de cada día, cómo dejarles el cobijo más adecuado», añade entre la incertidumbre y la resignación.

Mar preside la Asociación Fonte da Virxe de Familiares e Amigos dos Enfermos Mentais, cuya finalidad es promover la recuperación de este tipo de pacientes, su integración social, la mejora de la asistencia y su calidad de vida, así como la defensa de sus intereses y derechos. «Vivimos en una sociedad que todavía estigmatiza a los enfermos mentales, soportando incomprensión y rechazo. La línea divisoria entre la enfermedad y la salud mental es muy frágil. En un mundo de diversidad tendríamos que ser más tolerantes e inclusivos», según demanda la titular de la entidad, que supera los cuatrocientos socios y está a punto de cumplir treinta años de existencia. «La asociación me da la vida, me gratifica y me da energías. Es cierto que le dedico mucho tiempo, pero recargo las pilas. Y me consuela ayudar a otras familias y compartir la situación de cada una de ellas», según indica Piñeiro.

Gracias a las ayudas públicas de la Xunta, la Diputación y el Concello, y de la Fundación José Otero-Carmela Martínez, Fonte da Virxe gestiona un centro de rehabilitación (Campo do Forno) y un centro ocupacional (A Barcia), que prestan asistencia a un centenar de usuarios al mes, así como un piso protegido, alquilado, en el que viven cuatro chicas con una cuidadora. También tienen un programa de atención domiciliaria en los ayuntamientos de la comarca de Santiago.

«Después del confinamiento han venido muchas familias pidiendo apoyo para jóvenes diagnosticados con trastorno de personalidad, ludopatías y dependencia de los dispositivos digitales. Es la nueva realidad que nos está tocando vivir», tal como señala Mar, que reivindica mayor financiación a partir del incremento del coste por plaza. Esta es la otra cara del confort.