La gripe A revive la peor época de la pandemia en el Hospital Clínico de Santiago: «Tenemos pacientes que son muy vulnerables»

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

La situación en el servicio se relajó durante la tarde de ayer, aunque sigue sobrecargado
La situación en el servicio se relajó durante la tarde de ayer, aunque sigue sobrecargado PACO RODRÍGUEZ

El servicio de urgencias continúa superando los 500 enfermos diarios y registra cifras de asistencia un 20 % superiores al 2022: «Queda para llegar al pico, aún hay tiempo para vacunarse y ser cuidadosos»

29 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Un final del 2023 dramático. A eso se enfrenta el personal del servicio de urgencias del Hospital Clínico de Santiago. Los datos demuestran la sobrecarga que está padeciendo una plantilla que, alerta, se está desgastando a marchas forzadas. Si el martes atendieron a 595 enfermos —contando con los del servicio de pediatría—, el miércoles llegaron a los 542, tal y como informa la propia gerencia del área sanitaria en su web. De todos ellos, 90 tuvieron que ser ingresados a lo largo del día: 16 de mañana, 46 de tarde y los 28 últimos entrada la noche. «La cuestión es que ya no tenemos picos de trabajo, los picos son todo el día. Antes lo normal era que aumentara el número de entradas al mediodía, después teníamos otro pico a media tarde y a la noche ya mejoraba. Ahora es continuo, no paramos», reconocen fuentes del personal médico, que admiten que estos días «vivimos un infierno».

El bum de la gripe A ha sido el desencadenante de un problema que afecta, sin parangón, a toda Galicia. En Santiago, apuntan los expertos, se suma además «una población muy envejecida. Tenemos pacientes que son muy vulnerables. La Navidad fue brutal, nos enfrentamos a muchas personas que tenían serios problemas para respirar». Estrés, celeridad a la hora de atender a los enfermos y personas mayores que deben esperar horas para regresar a casa, esa es la realidad actual de las urgencias del Clínico, donde los tosidos han pasado a ser su banda sonora: «Hay mucha insuficiencia respiratoria. Está siendo un mes muy complicado, de récords continuos. Lo hablamos entre los compañeros y nunca habíamos visto algo así».

Si en la pandemia se vivieron momentos dramáticos, fuentes de urgencias reconocen que este diciembre no se está quedando atrás: «Durante el covid nosotros estuvimos bien porque solo venía la gente que tenía que hacerlo. Más tarde, cuando se recuperó la libertad de movimiento, nunca llegamos a este número de pacientes». Durante la Navidad del 2022, el cúmulo de virus respiratorios también tensionó el servicio, pero «lo vemos ahora y piensas, ojalá volver a estar como el año pasado. Hay gente que llegó a dejar urgencias por toda la carga de trabajo que tuvimos, pero ahora estamos peor».

Destacan que debido al aluvión de enfermos les resulta imposible evitar que en los pasillos se acumulen aquellos que deben subir a planta: «Antes era algo puntual que se solucionaba de madrugada, pero ahora no somos capaces». La gran duda se mantiene en si el pico de la gripe se registrará a finales de la próxima semana, tal y como espera la Consellería de Sanidade: «Este año se ha adelantado. Lo normal es que lo peor de la gripe llegue a finales de enero o principios febrero, pero en esta ocasión ha sido muy claramente en diciembre». Una referencia que toman los expertos es lo que ocurre en Australia durante el invierno austral. En la isla oceánica, la gripe también apareció antes, aunque tras el pico cayó considerablemente. Esa es la esperanza que late entre los sanitarios del Hospital Clínico: «Así no sé cuánto vamos a aguantar, estamos muy cansados».

Sandra Alonso

«Todavía nos queda Nochevieja, Reyes y la vuelta al colegio, los niños son un vector infeccioso muy importante»

Placido Mayán, coordinador urgencias del CHUS, hace un hueco en unos días frenéticos para explicar qué se está viviendo en el Hospital Clínico: «Todos los servicios de España, pero especialmente en Galicia, estamos muy tensionados. Hay un incremento de un 20 % de las asistencias con respecto al año pasado. El martes hicimos récord en adultos. Eso motiva que la capacidad de adaptación sea mucho más compleja, sobre todo cuando la mayor parte de los ingresos son por infecciones respiratorias de pacientes pluripatológicos y de ancianos, lo que hace el manejo todavía más difícil». Reconoce que la gripe A está «pegando a lo bestia» y que el pico de la enfermedad no se ha alcanzado: «va a tardar un par de semanas».

Es por ello que recomienda a la gente que se vacune: «Todavía nos queda Nochevieja, Reyes y la vuelta al colegio, los niños son un vector infeccioso muy importante. Queda para llegar al pico, aún hay tiempo para vacunarse y ser cuidadosos». Admite que el uso de la mascarilla se ha vuelto tabú, pero que «si la usa quién esté enfermo puede evitar contagiar a otros, sobre todo si son ancianos o enfermos oncológicos. En urgencias la hemos mantenido todo el tiempo, no solo para protegernos a nosotros, sino también a nuestros pacientes».

Sobre las colas y las personas esperando en pasillos, dice que «es algo imposible de evitar. No es un problema de espacio, sino de tiempo y procedimientos. En Santiago dependemos de dos hospitales separados». Ambulancias, camillas y pacientes muy mayores motivan los retrasos: «Es muy difícil manejar a 80 personas que pasan a planta a diario. Es un círculo vicioso». Sobre el cansancio de la plantilla, admite que «somos humanos y enferemos. A la hora de hacer coberturas, la gente se apunta y las hace, pero eso hace que quede más cansada. Todos sabemos que esto tiene una parte vocacional y otra laboral. Pasarte muchas horas trabajando agota. Es muy complejo que con un volumen tan grande de gente no surgan cosas».

Desde el Pedroso
¿Dónde están las mascarillas?

Está claro que ni tras una pandemia hemos aprendido a usar la mascarilla. Que somos latinos y no asiáticos queda claro porque, o utilizarlas se convierte en una obligación, o quienes lo hacen seguirán siendo la diana de todas las mofas. El año pasado los virus respiratorios camparon a sus anchas y llevaron a los servicios de urgencias al límite. Lo de este año, afirman, está siendo incluso peor, pero ni así se ven mascarillas en los centros de trabajo, en el transporte público o en espacios cerrados. Tampoco en los hospitales y centros de salud. Igual por ahí también van los tiros.