«OVO» eclosiona en el Multiusos de Santiago entre saltos, contorsiones y acrobacias

SANTIAGO

El espectáculo del Circo del Sol une a la ambientación escénica un cuidado espacio sonoro

05 ene 2024 . Actualizado a las 04:55 h.

Antes de verlos, ya se escucha su presencia. No pican ni molestan, los insectos que hasta el domingo toman el Multiusos Fontes do Sar sorprenden a golpe de movimientos y posturas inverosímiles. Porque en «OVO», el espectáculo del Circo del Sol, la naturaleza eclosiona enérgica de la mano de medio centenar de artistas que se transforman en grillos, hormigas, escarabajos, luciérnagas, mariposas, moscas o arañas, entre otros. Y todo ello, para hacer «posible lo imposible», como anunciaba Wellington Lima, uno de los grillos de este particular ecosistema.

Un gran huevo, ese que da nombre al espectáculo, recibe a los espectadores nada más acceder a la grada. Después, acompañados de esa atmósfera sonora que evoca una noche en plena naturaleza con el canto de los grillos y otros bichos, la amplia colonia de insectos salta a la pista del Multiusos para interactuar con los espectadores de las primeras filas. No será la única vez que bajen del escenario, porque entre saltos, contorsiones, acrobacias y vuelos, en «OVO» también hay números en los que el público se convierte en protagonista de la mano de los payasos, que ponen dosis de humor.

Cinco hormigas rojas son las primeras que buscan emocionar al público con sus demostraciones de fortaleza y agilidad en sus ejercicios en tres palos chinos, que escalan con facilidad asombrosa para dejarse caer a velocidad de vértigo realizando, además, distintas figuras. El testigo lo toma una libélula que une equilibrios imposibles, fortaleza y flexibilidad sobre una estructura elevada. Será justo antes de recibir a gran parte de la colonia capitaneada por el escarabajo Flipo sobre el escenario —su traje es de los más pesados del vestuario— y comenzar a trazar con detalle esa historia de amor que entreteje todo el espectáculo entre el Viajero —la mosca que transporta el huevo— y la mariquita.

Muy evocador es el momento en el que la larva se transforma en crisálida. Una metamorfosis de gran plasticidad de este número que va desde el subsuelo a las alturas. Y al cielo, o al techo del Multiusos, hay que seguir mirando para el tramo final de la primera parte de «OVO». La música envolvente acompaña el delicado vuelo de una pareja de mariposas, que realiza distintos elementos de fuerza y agilidad mientras sobrevuela sobre dos cuerdas el escenario. Y para dejar al público con ganas de más antes de la pausa de veinte minutos hay que volver a alzar la vista. En esta ocasión, para disfrutar de una decena de artistas que protagonizan vuelos de varios metros ente tres estructuras. Lanzamientos y acrobacias que desatan los aplausos de los asistentes.

El regreso de la acción es igual de sorprendente. Los movimientos de las arañas contorsionistas no dejan indiferente a nadie del público. La flexibilidad en la espalda va más allá de lo imaginable. Difícil de olvidar. Una antesala a un número con el diábolo, con el personaje de luciérnaga llegando a realizar recepciones por la espalda y lanzando hasta cuatro elementos a la vez. En ocasiones, alguno de ellos roza el techo del Multiusos. Y, precisamente, hubo que elevar la vista de nuevo para gozar del siguiente número, donde un aro servía de elemento para ejercicios que ponen a prueba la flexibilidad del artista.

Público en el escenario

Después, el humor toma el protagonismo, con dos personas del público como cómplices en la historia de amor entre la mariquita y el Viajero-mosca. Todo ello sin palabras, más allá de alguna pequeña expresión. Gestos y miradas sirvan para establecer el diálogo. A partir de ahí «OVO» encara su despedida. Primero con la sutil danza aérea de una artista que permanece en todo momento suspendida por el pelo. Posteriormente, con los saltos increíbles de los grillos. Si los saltamontes pueden elevarse hasta 20 veces el tamaño de su propio cuerpo, los protagonistas de «OVO» también desafían la gravedad con mortales a tres o cuatro metros de altura, piruetas imposibles y saltos hacia la pared desde la cama elástica que alcanzan los siete u ocho metros de altura para conducir a toda la eclosión de color final.

Pero no todo es hacer posible lo imposible. La especial atmósfera de «OVO» la completa la música en directo con la cantante y músicos que, por momentos, también se convierten en protagonistas de la escena. Al final, como apuntaba el artista Kilian Mongey, se trata de emocionar. Y, para ello, no falta ni el más mínimo detalle. Hasta en el descanso la ambientación sitúa en plena naturaleza.

Seis funciones más

Antes de que esta particular colonia de bichos emprenda viaje hacia Zaragoza, aún restan seis oportunidades más de ver el Circo del Sol en Santiago. Hoy la sesión volverá a ser a las 20.30 horas. Mañana ofrecerán tres funciones: 12.30, 16.30 y 20.30 horas. Ya en la jornada final, habrá dos nuevas citas: 12.30 y 16.30 horas.