La nueva hostelería de Santiago: «Lo de trabajar de sol a sol se acabó»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

Introducen jornadas continuadas, los dos días libres seguidos y vacaciones pactadas como aliciente para que tanto trabajadores como empresarios puedan conciliar

04 mar 2024 . Actualizado a las 11:09 h.

La hostelería de Santiago se encuentra en plena transformación con la incorporación de empresarios que han sabido leer las razones por la que las nuevas generaciones no quieren trabajar en el sector. «No es cierto que se explote a los trabajadores. Eso ya no ocurre», apunta Esperanza Pardo, quien no niega que pueda existir algún caso, como en cualquier otro sector. De lo que se muestran seguros los nuevos hosteleros es de que «hay que adaptarse a los tiempos. La pandemia nos hizo repensar muchas cosas. Tuvimos que pelear mucho para salir adelante», indica Víctor Lobejón. Matiza que «la conciliación no es solo para los trabajadores del sector. También los hosteleros tenemos familias».

Ante la falta de trabajadores profesionales, los empresarios tuvieron que esforzarse para fidelizar sus plantillas o «asumir que no los hay y que tienes que formarlos sobre la marcha. Así que, una vez adaptado a tus necesidades, tienes que ofrecer buenas condiciones para retenerlo. No habla solo de cumplir el convenio en salario, sino de respetar jornadas y ofrecer otras cosas», explica Esperanza Pardo.

La fórmula es tan sencilla como pagar lo que marca el convenio y respetar las ocho horas de trabajo diario, pero también «mejorar las condiciones sociales es un aliciente para los trabajadores», señala Víctor Lobejón. Kike Piñeiro y Eloy Cancela, de A Horta do Obradoiro, cuentan con una plantilla estable desde hace años: «Aunque hay meses en los que sabemos que tenemos más personal del necesario, para nosotros es importante que ellos tengan una estabilidad para que tengan su proyecto de vida. Unos meses compensan otros», apuntan. Su establecimiento cierra los domingos y los lunes, «porque dos días seguidos libres, que antes eran inviables, ahora es algo cada vez más normal». Kike Piñeiro apunta que ofrecer mejores condiciones sociales garantiza, además, tener «un personal contento. Son ocho horas de trabajo, y ellos se coordinan para los turnos. Saben los que tienen que estar para cada jornada».

En el sector advierten que la falta de personal que sufren también llega a otros oficios

En el sector de la hostelería se considera que la falta de personal profesional no es una cuestión que afecte en exclusiva a la hostelería, sino que «es algo que está pasando en otros sectores. No hay albañiles, mecánicos, carpinteros y fontaneros», apunta el propietario de un establecimiento de la zona de Santa Marta que se muestra «dolido por las reiteradas acusaciones que recibimos acerca de que incumplimos el convenio, porque no es así».

Algunas voces del ramo hostelero consideran que aún deberán pasar muchos años hasta que se destierre la mala fama de un sector que «nada tiene que ver con lo que hace unos años podría ser normal». Entre los más jóvenes, incluso de sagas familiares dedicadas a la hostelería desde hace décadas, se ve con buenos ojos introducir cambios que eran «impensables para nuestros padres». Pablo Gigirey inauguró en diciembre su local de vinos A Casa Vella y forma parte de una familia histórica de la hostelería de Santiago. Quizás por ello su decisión de romper con la tradición cobra más importancia. Planteó su negocio desde los inicios con la nueva filosofía del sector, en la que tanto hosteleros como trabajadores disponen de «tiempo libre para su propio ocio». Reconoce que su decisión de cerrar dos días seguidos «chocó con lo que era habitual en la familia, pero los tiempos cambian». A Casa Vella cierra sus puertas desde su inicio los domingos y los lunes. «Y mantengo mi palabra. Hay que tener tiempo para disfrutar de la familia y de los amigos», defiende. Cada vez más restaurantes descansan en jornadas completas. Aunque el lunes es uno de los días con más cierres, también hay otras opciones como en O Dezaséis, donde no abren los domingos; en A Maceta, que cierra domingo y lunes; o en Orixe, que lo hace lunes y martes.

Sandra Alonso

«Era impensable cerrar el finde»

Víctor Lobejón, del restaurante Anaco, hizo varias pruebas hasta determinar que lo mejor «para todos» son dos días libres seguidos y coincidiendo con el fin de semana. Lobejón reconoce que «cuando yo empecé en hostelería era impensable cerrar el finde. Los hosteleros de antes estaban todos los días del año al frente. Yo no quiero eso. Lo que yo viví en cocina, en mis inicios, no es aceptable ahora». Cuando abrió su restaurante, «para posicionarnos y darnos a conocer, pensé que el lunes había que abrir, porque cerraban muchos locales. Y acerté». De ahí que los días de descanso «inicialmente fueron las tardes del domingo y el martes, y todo el miércoles. Pero luego pasé a domingo y miércoles completos. Ahora es el fin de semana, porque no renuncio al domingo, y para tener dos seguidos tiene que ser el sábado, porque el lunes funciona muy bien». Víctor admite que «también yo quiero tener mi tiempo de ocio».

XOAN A. SOLER

«Mis trabajadores tienen vida»

Esperanza Pardo, del café La Morena, tiene claro que la hostelería «está en pleno cambio. Es un sector muy complicado, porque depende de muchos factores: si hace buen tiempo, si ocurre algo que altera el consumo...». Hace años que Esperanza apuesta por «unos trabajadores contentos para que todo funcione. No es solo cuestión de salario, sino de otras cosas», apostilla. Reconoce que «hay pocos profesionales cualificados disponibles», y por eso hay que «formarlos y fidelizarlos, además de con el sueldo, con otras condiciones de trabajo». En su establecimiento no solo tienen los dos días libres que corresponden a todos los trabajadores, sino que «son seguidos, porque cunden más. Y jornada continuada. Mis trabajadores, como todos, y yo también, tienen su vida. Y necesitan tiempo para su ocio y sus familias». Ahora mismo tiene un plantilla de 13 personas: «Es complicado hacer los cuadrantes, pero vale la pena».