El nuevo local que recrea en Santiago la terminal de un aeropuerto y ofrece un chute de buen café a los estudiantes de la Conchi

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Mario (en la foto, a la derecha) y Alberto (izquierda) en Take, la nueva cafetería de la rúa dos Feáns que sorprende por su decoración. Con 36 metros cuadrados de local (25 de ellos, de cara al público), abrieron en plena época de exámenes de 8 a 20 horas de lunes a domingo. Ahora han reducido el horario y permanecerán cerrados los fines de semana.
Mario (en la foto, a la derecha) y Alberto (izquierda) en Take, la nueva cafetería de la rúa dos Feáns que sorprende por su decoración. Con 36 metros cuadrados de local (25 de ellos, de cara al público), abrieron en plena época de exámenes de 8 a 20 horas de lunes a domingo. Ahora han reducido el horario y permanecerán cerrados los fines de semana. SANDRA ALONSO

Dos amigos compostelanos de 27 años, Mario Varela y Alberto Mata, están detrás de Take

19 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Recuerda Alberto Mata que, de estudiante, no fue uno de los asiduos a la biblioteca más popular de Santiago. Hizo Dirección Hotelera en el Centro Superior de Hostelería de Galicia (en A Barcia) y «solo venía a la Conchi en temporada de exámenes con mi grupo de amigos. Entonces solo había aquel café de máquina horrible o en algún local cercano que no sentaban muy bien al estómago a partir del segundo. Echábamos en falta un buen café de especialidad», cuenta el santiagués de 27 años, quien decidió poner fin a este problema junto con un amigo de infancia que conoció en el colegio Cluny, Mario Varela. Él hizo Comunicación Audiovisual en Salamanca y, tras encadenar varios trabajos con productoras —el último de ellos, El caso Asunta (Netflix)—, vio el momento oportuno para emprender junto Alberto, que había finalizado su contrato como adjunto de dirección en un hotel de Lanzarote. «En octubre del año pasado vimos este local de la rúa dos Feáns disponible», relatan, y su buena ubicación (a pocos metros de la Conchi) fue el último empujón que necesitaban.

Ellos mismos se encargaron de hacer la reforma, con la ayudad del padre de Alberto y del tío de Mario —carpintero—. «Nosotros no habíamos trabajado nunca en una obra. Yo no había puesto azulejos en mi vida y, si te fijas, no están perfectos, pero acabamos aprendiendo un montón y fue un proceso súper satisfactorio, aunque es verdad que nos llevó más tiempo del que pensábamos», cuenta el exalumno de A Barcia. Su idea inicial era recrear una parada de taxi neoyorquina, pero sobre la marcha se les ocurrió —en vez de eso— decorar el local como si fuera una terminal de aeropuerto, con un resultado bastante logrado que incluye cartelería casi idéntica a la que utiliza Aena y pantallas informativas que en vez de las salidas y llegadas de vuelos anuncias sus comidas y bebidas.

Los compostelanos abrían un par de meses este negocio, el 18 de abril, bautizado como Take. Allí ofrecen café gourmet de la mejor variedad, 100 % arábica, tanto para llevar como para disfrutar en el local (con una pequeña barra y cuatro sillas). «Ofrecemos todos los cafés tradicionales, además de lattes de sabores con sirope francés: avellana, chocolate blanco con nuez de macadamia... Queremos que la carta vaya rotando y añadir productos nuevos. Cada semana solemos meter un drop de café, 60 unidades limitadas de un café nuevo para que la gente lo pruebe y se suelen agotar bastante rápido. Ya hicimos drops de galleta Lotus, de tiramisú... esta semana tenemos café de chicle y la anterior fue de palomitas», destacan desde Take, donde también hay desde fresas con chocolate hasta  repostería del día de una pastelería local: bizcochos, brownies, cruasanes rellenos de chocolate...

Con esta fórmula han conseguido ganarse en tiempo récord a los universitarios, además de a profesores y trabajadores de la zona, ayudados por sus originales campañas de márketing en las que Mario vuelca sus conocimientos y hace gala de su desvergüenza frente a la cámara.

Constatan los socios que, antes de que abriese Take, hubo bastante expectación acerca del negocio: «Muchos pensaban por la decoración que iba a ser una agencia de viajes». Y, tras su inauguración, «la acogida fue buena desde el primer día, con clientela ya fidelizada en muy poco tiempo. Tenemos un público adulto, profesores y trabajadores, que valoran el producto que ofrecemos y entre la gente joven cada vez hay más interés por el café de especialidad». Cuenta Alberto el caso de un estudiante que fue buscando un «café grande» para preparar un examen y le dijeron que iba a ser el «de la suerte»: «Al final aprobó y es un cliente habitual que desde entonces viene siempre». Jugando con ese chute de energía que necesitan los universitarios y su día a día, en Take se anuncian con mensajes cómplices y creativos que conectan con su público, como el que ponían en su pizarra exterior: «4,9, suspenso... tranquilos, nosotros también abrimos en julio».