El ruido, el molesto compañero del Camino de Santiago

SANTIAGO

Pegatina en la rúa de San Pedro solicitando silencio a los peregrinos
Pegatina en la rúa de San Pedro solicitando silencio a los peregrinos XOAN A. SOLER

Los gritos, cánticos y altavoces con la «Potra salvaje» a todo volumen no solo afectan a Santiago, sino que se extienden por cada una de las etapas

17 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Buen Camino». Esa es la frase más repetida por las personas que peregrinan a Santiago. Funciona como una letanía, como un mensaje de compañerismo entre desconocidos que en realidad esconde un relato más largo que podría decir: «Sé lo que estás sufriendo, sé que te duelen los pies, que tienes agujetas por todo el cuerpo y que apenas has dormido. Podríamos estar descansando en una piscina en la Riviera Maya, pero hemos preferido caminar hasta Santiago. Que todo vaya bien, amigo». Reconforta escuchar ese «buen Camino» por su significado y por su brevedad. Se importuna lo suficiente, lo justo para que los peregrinos que se acaban de cruzar continúen centrados en lo importante: luchar contra cada uno de los kilómetros que faltan para poner fin a la etapa. Con el cuerpo agarrotado, ajado y dolorido, esas palabras, aunque escasas, son más que suficientes.

Que el éxito del Camino es absoluto está quedando demostrado a diario. En los primeros quince días de agosto, 35.000 personas han arribado a Santiago. Julio ya se cerró con 64.726 y junio, con 66.623. Cifras espectaculares que evidencian una tendencia que no deja de crecer y que invitan a vaticinar que muy pronto se superará el medio millón de peregrinos anuales. Con un 14 % más de compostelanas selladas que hace 12 meses, las 446.079 con las que se cerró el 2023, y que fueron récord histórico, se pasarán sin duda alguna. Pero esa cantidad de gente, que provoca las sonrisas de un sector turístico que acompaña al Camino y que está en pleno auge, también tiene sus efectos adversos. El más palmario y evidente, el ruido, que los vecinos del casco histórico y del barrio de San Pedro llevan ya años sufriendo. No son los únicos. El ruido se ha convertido en otro de los acompañantes del Camino. El recogimiento, la espiritualidad, la calma y la reflexión que se vive mientras se camina, también la rompen los cánticos, los gritos y, especialmente, los altavoces inalámbricos que se escuchan a todo volumen en cada etapa.

Son personas que han completado este verano la ruta hasta Santiago los que confirman un fenómeno que han sufrido en diferentes momentos. «La verdad es que actualmente que hay mucha gente, siempre te cruzas con peregrinos, pero la gente camina, va charlando, conoces gente... Nadie te molesta. Solo un ‘buen Camino' y sigues. El problema es cuando te encuentras con un grupo con el altavoz, cantando la Potra salvaje a todo trapo. No es por ser aguafiestas, ya que cada uno vive el Camino como quiere, pero molestan, y bastante», así lo asegura Manolo, que arrancó desde Sarria junto a dos buenos amigos, Fernando y Adrián, que reconocen que esta era una de las cuestiones que más se comentaba al llegar a los pueblos: «La mayoría, aunque hay excepciones, son adolescentes eufóricos que vienen de excursión. Lo entiendes porque un día tú también fuiste un adolescente eufórico, pero lo que no tiene explicación es que los profesores no les digan algo. Es de broma».

Toca apurar el paso

Son los tres los que confirman que poco hay que hacer. «¿Les dices algo y quedas como un huraño o pasas y sigues caminando?», se pregunta Fernando, que confirma que la única manera de escapar de los grandes éxitos como Paquito el Chocolatero, La Bomba y los últimos cantantes de trap, pasa por apurar el paso y dejarlos atrás lo más rápido posible. Si las agujetas lo permiten, claro. «Ves las caras de la gente y es muy fácil entender que estás molestando. Puedo comprender que canten, son chavales, pero lo de los altavoces es pasarse», precisa Manolo, que recuerda a decenas de personas parándose para dejar pasar a los grupos más ruidosos: «Vas caminando por una carballeira, escuchas los pájaros, el sonido de un riachuelo y, pum, otra vez la Potra salvaje. Es como hacer senderismo escuchando la Panorama, no pega. Puedo entender perfectamente a los vecinos de Santiago que se quejan. En esos grupos incluso había chavales que se separaban del resto para no ir montando espectáculo».

«Os grupos grandes seguen entrando sen moita consciencia de que hai xente na cidade», confirma la presidenta de la asociación de vecinos de San Pedro, Montse Vilar, una de las personas que ha dado la cara para denunciar un fenómeno que amenaza la imagen del Camino y que comienza a hartar a los compostelanos. Mientras que la mayoría de peregrinos responde con ese «buen Camino» para importunar lo mínimo al resto, una minoría, aunque cada vez más grande, tira de altavoz y de música de verbena para alegrar su día y, de paso, aguar el de aquellos que se los crucen. Cuestión de educación.