Santiago claudica y ya no impide que los peregrinos se apoyen en la fachada del pazo de Raxoi

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

CENAMOR

La Policía Local desiste de vigilar a los que se recuestan en la piedra de los soportales pese a que el edificio está protegido

29 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En junio del año pasado, nada más tomar posesión como alcaldesa de Santiago, Goretti Sanmartín (BNG) dio orden a la Policía Local de controlar los desmanes que cometen los peregrinos en la plaza del Obradoiro. Fue al calor de la indignación generalizada en Compostela por la actitud de algunos romeros que celebraban el fin del Camino con una pequeña merienda a modo de pícnic frente a la Catedral. Durante unos días, un único agente trató de impedir estos comportamientos y, lo que se ha demostrado como una misión aún más complicada, evitar que decenas y decenas de personas cada día se apoyen en los arcos de la fachada del Pazo de Raxoi para descansar observando uno de los templos cristianos más bellos e imponentes del planeta.

Aquel agente pasó unos días de mucho ajetreo. Le fue más sencillo erradicar escenas verdaderamente alucinantes, como la de algún peregrino cocinando en medio del Obradoiro cámping gas en mano. Los pícnics no son algo que suceda todos los días, aunque sigue habiendo romeros que se sientan a descansar y allí comen y beben en grupo. Pero lo que sí se ha convertido en una estampa cotidiana es ver la fachada de la sede del Concello compostelana cuajada de visitantes apoyados en unas piedras que están protegidas y que forman parte del patrimonio a conservar de la ciudad.

El Concello ha claudicado y ya no vigila este comportamiento. Esta semana, como tantas otras, los soportales han estado repletos de personas apoyadas en la piedra. Por momentos, hasta treinta y cuarenta visitantes a la vez. Es cierto que el lugar resulta tentador, porque ofrece descanso, cobijo y una panorámica inmejorable de la Catedral y de todo el Obradoiro, pero no lo es menos que el efecto de tanto roce ya se deja notar en la piedra, que se ve desgastada en la zona en la que las espaldas y las mochilas la castigan día a día.

Dos carteles de prohibición

La retirada de ese único policía local que en aquellos días de verano del año pasado trató de proteger el edificio municipal no ha ido acompañada de ninguna otra medida. Allí solo sigue habiendo dos únicos carteles que advierten de la prohibición de apoyarse en la piedra de Raxoi. Además de ser más bien pequeños están ubicados en la parte interior del soportal, por lo que los peregrinos ni los ven.

Quizás confíe el gobierno local en que los nuevos informadores turísticos creados por el Concello para intentar que los peregrinos no canten ni griten a su entrada a Santiago ni cometan otros desmanes pongan fin a este problema, pero el grupo ha estado activo todo el verano y no parece que esté consiguiendo concienciar sobre lo importante que es erradicar una conducta que pone en peligro el mayor patrimonio de la ciudad: sus piedras.