La ruta parte del Pazo do Cotón y finaliza en el embalse Barrié de la Maza
04 ene 2025 . Actualizado a las 20:49 h.Fueran los romanos quienes se hubieran instalado en Negreira o fuera algún pueblo anterior, lo cierto es que lo que llamó la atención a quienes decidieron parar allí fue la situación privilegiada del lugar: el río Barcala por un lado y el Tambre por otro, muriendo el primero en el segundo muy cerca de la hoy villa.
Así que Negreira no se entiende sin el Tambre, que por sus cercanías corre muy ancho. ¿Y a qué se debe esa anchura? Al embalse Barrié de la Maza aguas abajo, y el efecto de ese frenar el río se nota claramente cuando se pasa bajo el arco que une la capilla de San Amaro (o Mauro) con el pazo do Cotón (lo único interesante que tiene Negreira, maltratada urbanísticamente hasta hace media docena de años o poco más), se desciende y se llega al puente que salva la corriente: el llamado Ponte da Insua.
Pero para ir en paralelo al Tambre lo mejor es, dejado atrás el mencionado arco, ir por la derecha, cruzar el Barcala y tirar a la izquierda. O sea, siguiendo la prolongación a Fisterra y Muxía, bien señalizada y que se va a abandonar muy pronto. Señalizado está igualmente el desvío al cruceiro y a la iglesia de Negreiroa, ejemplar de los tiempos del barroco.
Y luego hay que continuar por la carretera, ancha y con muy buen firme. El viajero va a tener el río a la izquierda, pero en un nivel muy inferior puesto que ha ido subiendo. Si hay ganas de andar, cualquiera de las pistas que arrancan a la misma mano en la primera aldea o después de ella, Gándara, valen. No hay pérdida porque describen un arco y vuelven al asfalto. Eso sí, hay pendiente y hay bosques. Lo que no existe es peligro alguno si se va acompañado por menores.
Se alcanza de esa manera un desvío a la izquierda también y señalizado: por ahí, descendiendo se va nada menos que a Pontevedra, un enclave minúsculo que, huelga decirlo, nada tiene que ver con la capital de la provincia. Antes de llegar hasta esas casas se yergue la sencilla y elegante capilla de Nosa Señora do Bo Suceso.
Unos metros más adelante aparece un cruce: por la derecha, a Pontevedra (que está ahí mismo), de frente para quienes sigan en coche y por la izquierda los que deseen poner un pie delante del otro. Si quienes caminan solo ansían dar un paseo, en la bifurcación que van a encontrar deben elegir la diestra con el fin de alcanzar Maio Pequeño. Si el senderista es experto y ha metido los pies en calzado adecuado puede ir bordeando el Tambre por un camino no fácil y precioso que le llevará a San Martiño de Liñaio. El recorrido largo va a exigir tres horas, el corto tan solo media.
Los que prefieran el coche, tras los dos Maio (el otro es el Grande, claro) ganarán Liñaio también, obviamente por otra ruta (en la carretera general olvídese la derecha). Ahí se encontrarán en un entorno muy agradable: los recibe un buen hórreo y un notable cruceiro. El edificio religioso muestra al santo en una hornacina de la fachada como única decoración, mientras el campanario de dos niveles con otras tantas campanas (en el primero) lo rematan pináculos. Lo único que impide que el conjunto lleve el sobresaliente es el lío de cables, pero por lo demás está todo muy cuidado. Incluso el cementerio. Por cierto que ante la puerta de entrada de este se alza otro cruceiro, y con pousadoiro.
Desde el templo toca descender por una pista estrecha asfaltada. La gran masa de agua va a quedar a la vista, y al fin se llega al principio del embalse. A partir de ahí el Tambre correrá por un cañón totalmente inaccesible buscando la ría de Muros y Noia.
INICIO
42°54’22’’N 8°44’26’’ W
LA FOTO MÁS PERSONAL
En el principio del embalse.
CON MENORES
Solo el paseo corto, nunca el largo.
MAPA RECOMENDADO
Instituto Geográfico Nacional. 94-III.