
Piden amparo a Besteiro, que ha advertido a las tres concejalas del camino que les espera por apoyar al todavía portavoz Muíños, pendiente de un informe
21 ene 2025 . Actualizado a las 14:35 h.Supuestas presiones en público generando episodios «desagradables», presuntas peticiones para utilizar el personal eventual para trabajos del partido, claves de redes sociales con las que se borrar publicaciones, argumentarios internos desvelados, correos privados que salen a la luz, conversaciones grabadas que luego se incluyen en actas, negociaciones particulares para facilitar la salida a algún miembro del grupo a cambio de garantizarse un puesto en Raxoi durante este mandato y otro más... la crisis del PSOE compostelano ha entrado en una nueva fase en la que las ideas o los desencuentros orgánicos empiezan a dejar paso a las «miserias da política», como las definió la concejala Mercedes Rosón en una rueda de prensa en la que se verbalizó lo que todo el mundo intuía: tanto ella como Mila Castro y Marta Álvarez irán «ata o final» con su portavoz, Gonzalo Muíños, expedientado y suspendido de militancia y cargo desde el pasado viernes.
La rueda de prensa de los cuatro díscolos sirvió para que el todavía referente socialista en Raxoi hiciese un repaso uno a uno de los argumentos utilizados por Ferraz para apartarlo del cargo de portavoz durante 18 meses, cuestión que todavía tiene que resolver el secretario municipal, que ante la solicitud del PSOE ha decidido afianzar su resolución con un informe que se conocerá pronto. Mientras, Muíños, alegó que todavía tiene días por delante para ejercer su derecho a réplica ante el Comité de Ética, al margen de su advertencia de acudir a la justicia ordinaria.
Algunos de estos detalles y acusaciones, que solo fueron desmentidos por el nuevo portavoz designado por el partido, Gumersindo Guinarte, se fueron desvelando en una rueda de prensa a cuatro voces en la que, por un lado, se atacó con dureza al secretario xeral local, Aitor Bouza, a su lugarteniente Marta Álvarez-Santullano, y al secretario provincial del PSOE, Bernardo Fernández, al que le atribuyeron una frase grabada que trascendió de una ejecutiva coruñesa extraordinaria: «Me importa un huevo quedarme sin grupo municipal en Santiago».
Los ediles apelaron a la intervención del secretario xeral del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, para frenar «este absurdo», pero este fue claro ayer: habrá expediente también para las tres defensoras de Muíños.
Verea: «Hai un dano á cidade por intereses persoais de perfil baixo»
El PP y sus 11 concejales obtenidos en mayo del 2023 asisten con preocupación a una situación «que Santiago non merece» y que está generando un daño a la ciudad por «intereses persoais de perfil baixo». Pero tampoco quieren generar expectativas que la aritmética no avala. Borja Verea considera que no es el momento de perder «o foco» y no quiso adentrarse en posibles alternativas o alteraciones de los equilibrios vía moción de censura, asegurando que, aunque «estamos preparados e dispostos», él quiere ser alcalde «porque o decidan os santiagueses, non con atallos», dijo en referencia a un tripartito de facto en el que incluye a los socialistas, que han apoyado a los nacionalistas en las cuestiones relevantes en lo que va de mandato. El líder popular sostiene que la ciudad vive un momento de «inestabilidade e parálise» y acabó reclamando «responsabilidade e seriedade» sin ir más allá sobre las expectativas que pueda tener su partido que, recordó, ganó «por goleada» al resto de fuerzas en las elecciones del 2023.
La «irrealidade» de la alcaldesa
Ha recriminado, eso sí, que el ejecutivo municipal reste importancia a esta cuestión y ha considerado que este tipo de declaraciones «retratan a irrealidade na que se mantén» el gobierno bipartito que lidera la nacionalista Goretti Sanmartín. El dirigente popular afirmó que existe preocupación en todos los compostelanos que comprueban el «desgoberno» imperante en la ciudad, remató.
Desagradable, sí
La detonación de la crisis del socialismo compostelano venía telegrafiada, con reacciones meditadas y tasadas por ambas partes. Tiempo tuvieron unos y otros de armar sus estrategias en los últimos siete meses para afrontar este escarnio orgánico de una forma aparentemente solvente. Nada de lo ocurrido hasta ayer supuso una sorpresa, como bien reconocieron los concejales díscolos. Pero hasta aquí llegó la política-control. La transparencia exhibida hasta el momento —el expediente a Muíños es un relato en sí mismo, con una detallada exposición de todas las versiones— ha dejado paso a acusaciones e insinuaciones que, efectivamente, resultan desagradables. Para todos.