Esta premiada amazona enseña su gran pasión en una aldea de Ames

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

CEDIDA

Marta Casteleiro, que conquistó podios internacionales, aparcó la competición para dirigir su propia escuela de equitación: Coton Country Club, también conocida como La Croupe

25 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Nacida en Madrid, Marta Casteleiro siempre quiso un caballo, desde que tiene uso de razón. Su deseo de montar se cumplió ya de niña, cuando sus padres se mudaron a Santiago por razones laborales, a sus 8 años. A los 9 ya estaba compitiendo y, a lo largo de su exitosa carrera como amazona, ha ganado innumerables certámenes nacionales e internacionales. En su oficina tiene tres vitrinas llenas de trofeos, de recuerdos con sabor a victoria; entre las últimos, el Campeonato Gallego de Completo de Hípica del 2023. La competición ahora pasó a un segundo plano, para centrarse plenamente en su escuela de equitación, un centro que construyó de cero y que mantiene en pie contra viento y marea en la aldea de Pegariños (en Ames, a unos 3 kilómetros de Bertamiráns).

«La afición se convirtió en algo más serio a partir de los 17 años, que es la edad en la que empiezas a tomar decisiones sobre qué vas a hacer con tu vida y entonces ya tenía claro que quería pasar mis días entre caballos. Como no había ningún curso ni programa formativo, decido irme de casa y ponerme a trabajar. Recorro varias ganaderías de España y Portugal, principalmente domando potros, compaginando la parte laboral con los concursos de equitación», relata Marta. Así estuvo hasta el 2000, cuando «se acabó mi ciclo en Portugal y me vine de vuelta a Galicia, en busca de un sitio donde guardar mis tres caballos mientras descubría cuál iba a ser mi siguiente paso.

Encontré una pequeña granja de cerdos que no se utilizaba en Ames, que alquilé para salir del paso. Estando aquí, empecé a visualizar la posibilidad de montar un centro ecuestre, en este entorno fantástico. Siempre tuve la idea de tener mi propio sitio, enseñar todo lo que había aprendido y seguir aprendiendo». En el 2002, a sus 23 años, abría oficialmente su escuela, a la que llamó La Croupe (más tarde se rebautizó como Coton Country Club).

«Empecé con solo 2.000 metros cuadrados a construir mi sueño, me puse con las obras, se hicieron las cuadras, una pista cubierta, compré los terrenos de alrededor... y ahora debo tener unos 20.000 metros», señala. A causa de la inflación, explica, tuvo que renunciar a contar con personal externo y hoy se ocupa ella sola del mantenimiento de las instalaciones y equinos: «Me levanto a las 8.00 horas para dar de comer a los animales, sacarlos, limpiar las cuadras, organizar las clases, poner a punto la finca... nunca sabes cuándo va a acabar la jornada».

Actualmente tiene 16 caballos, aparte de un poni pequeño llamado Pánfilo «que lleva conmigo casi desde el principio... ahora está retirado, pero en su día lo montaban los niños más pequeñitos». «Aquí yo intento enseñar lo que es realmente la vida con el caballo y la equitación de verdad. Aunque otros centros hípicos buscan ralentizar el aprendizaje para que los alumnos estén más tiempo con ellos, esa no es mi filosofía. Aquí no solo se monta, a eso se dedicarán la mitad de las clases, porque también aprenden a cuidar el material y al animal, a saber entenderlo. Y, además, doy clínic, en el que explico el vínculo que se forma entre el jinete y el caballo», matiza Marta, que trabaja con menores a partir de los 3 años.