Catalina Somoza: «Con 81 años, y desde hace casi 50 años, no fallo un día en mi tienda de telas de Santiago»

SANTIAGO
Tejidos Katy, en la rúa do Preguntoiro, con sus rollos coloridos y ordenados, es de lo más fotografiado. La veterana comerciante es una de las pocas que mantiene dos negocios tradicionales en el casco histórico compostelano
13 abr 2025 . Actualizado a las 08:58 h.Nació en Dodro, pero se siente plenamente compostelana. «Aquí llegué muy joven, en 1963. Me casé a los 18 años. En 1977 cogí el traspaso de este negocio de telas, que entre la etapa anterior, regentada por unos comerciantes originarios de León, y la mía es centenario… Llevo toda la vida trabajando. No estoy jubilada», puntualiza Catalina Somoza con ilusión desde detrás del mostrador de Tejidos Katy, el comercio que con sus rollos de tejido, ordenados y de mucho colorido, no pasa desapercibido en la rúa do Preguntoiro. «La gente mira y remira, también el escaparate», afirma. «A mis 81 años aquí no fallo un día. Yo no soy de ver la televisión; tampoco de salir a tomar café. Lo que me anima y me motiva es venir a diario desde la plaza de Galicia, donde vivo, a esta tienda, en la que llevo casi medio siglo», señala, no sin emoción. «La rebauticé como Katy porque es así como me conocen en Santiago, y también fuera, en las ferias, como la de Madrid, Barcelona o Valencia, a las que iba. Aún hace tres años fui a la última... Hasta que pueda, y pese a que mis tres hijos me piden que descanse, seguiré. Esto es mi vida», demuestra.
«Hace décadas arrancamos en un O Preguntoiro muy distinto, en el que había hasta seis tiendas de telas. Yo me hice con el negocio; aprendí algo a coser», evoca. «Estamos cerca de la Praza de Abastos, y en esos años esto era un bullicio de gente. No olvido las colas que teníamos en Carnaval, una de las fechas en las que más vendíamos, o en la Ascensión», apunta sobre unos comienzos en los que aún no dominaba tanto el colorido. «Se pedían tonos más discretos, pero yo siempre animé a la gente a llevar telas nuevas, a arriesgar, a elegir estampados, con los que yo siempre visto», enseña. «Pedían consejo y me hacían caso. Hoy ya no tanto», bromea, mientras Marisol y Noelia, las dependientas que suman 38 y 25 años en la tienda, refrendan la impronta de la veterana comerciante. «Muchos clientes aún entran hoy y le agradecen que les recomendase hace décadas una tela para un vestido, que guardan, o la combinación que hizo de dos tejidos y que ellos lucieron. Estos días vino una familia de A Estrada para comprar género para el vestido de graduación de la nieta. La madre y la abuela ya compraban aquí... Hasta el comercio se acerca gente de Ourense, de Coristanco... Mucha de Barbanza», encadenan.

«Desde el principio empecé a vender, más allá de la tela lisa, mucha para bodas y eventos, como con pedrerías o encajes. Las modas fueron cambiando, como con el bum del tafetán... Aún hoy en día muchos preguntan también aquí por brocados, también para el traje gallego», valora Katy. «Un cliente fiel es el modisto de Teo Álex Regueiro, que el año pasado compró aquí, en este comercio tradicional, la tela para vestir a la alcaldesa en el día del Apóstol», estima.
«Hace 28 años monté en As Orfas otra tienda, en la que sumé, a las telas, más productos, como de hogar. Allí trabaja una hija. En total, entre ambos negocios, somos seis trabajadores. Yo, a diario, voy de uno a otro», detalla, sin negar la dificultad de mantener dos locales de proximidad en el casco histórico. «Resistir es ahora más difícil que hace años. Muchos vecinos que nos compraban ya no están o no viven aquí..., pero seguimos. Y ahora se nota un repunte entre los jóvenes por coser. Muchos estudiantes se están animando. Unas alumnas de Medicina, que aseguran que les relaja, vienen a menudo por telas», afianza. «Un diseñador hizo con nuestros tejidos un vestido para una influencer, y su traje se hizo viral», desliza Noelia.
«Los turistas valoran mucho encontrar un comercio de cercanía. Compran mucho aquí, sobre todo lo natural, como algodón o sedas. Se sorprenden al ver el local y dicen que no encuentran otros así en sus ciudades. En verano pueden pedirnos sacar hasta 30 fotos al día en la tienda, pero yo ahí ya no salgo», explica Katy riendo y aclarando que en la atractiva disposición interior de los rollos de tejidos prima «la claridad, el orden y mismo sentido a la hora de plegar las telas, y el color». «Desde que en el 2019 pusimos la tienda online enviamos género a muchas ciudades, como Nueva York», destaca.
«Al entrar en la tienda siento felicidad y orgullo por lo logrado. Necesito el trato vecinal; venir cada día», acentúa.