
Tiene dos murallas, la primera protegida por lo que queda de dos torreones
24 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hay castros prehistóricos por la comarca adelante para convertir esta tierra en un paraíso arqueológico, pero muy pocos, poquísimos, están excavados, y para eso tan parcialmente que o el visitante es arqueólogo o le va a decir bien poco lo que ve. Aquí, por desgracia, no brilla un O Neixón (Boiro), un Santa Trega (A Guarda) o un San Cibrán de Las (San Amaro).
¿Quiere eso decir que los que han llegado al siglo XXI convertidos en una selva natural carezcan de encanto o que no se distinga nada en ellos? En absoluto. Y esto se puede comprobar tomando la N-550, pasando A Sionlla y justo cuando va a comenzar el tercer carril, eligiendo cruzar a la izquierda (stop en el asfalto) y dejar doscientos cincuenta metros atrás el cartel de Vilasuso.

A esa distancia queda a la derecha el Camino Inglés: por ahí llegan los peregrinos desde Ferrol y A Coruña. Lo certifica el marco 10,412, que son los kilómetros que les faltan para llegar al Obradoiro. Y una vez que esta señal, típica mouteira, queda a la espalda, arranca una pista de tierra a la izquierda frente a la empresa Mosquera. Esa elevación que se ve a la mano contraria es el castro local.
Hasta mediados de los años setenta del siglo pasado el acceso era facilísimo. Hace un decenio, no tanto, pero se ponían los pies en él sin problemas. Hoy es un auténtico bosque de carballos el que puebla sus dos murallas, así que si se va en días secos vale cualquier calzado, pero mejor botas de montaña en caso de humedad.
El castro se puede bordear hasta un punto, y entra en el capítulo de lo heroico subir la primera muralla, donde se halla la entrada protegida por lo que queda de dos torreones o similar. Desde ahí se ve la segunda, imponente, y la planicie que se extiende entre una y otra es un antecastro, quizás una ampliación de la aldea prehistórica debida al aumento de población. Sus viviendas se esconden a escasos centímetros bajo los pies.
La parte superior presenta forma suavemente oval: en números redondos, su eje mayor mide 125 metros y el menor, 120. En determinado punto, y a pesar de la vegetación, se distingue un foso que debió de ser más extenso y profundo hace dos milenios. Y una curiosidad: en el municipio de Narón hay otro castro del mismo nombre.
Este yacimiento tiene hoy un valor añadido: la pista antes citada, una maravilla milagrosamente sin asfaltar, cómoda y segura. Llega un momento en que se bifurca: por la izquierda se va de nuevo a la carretera nacional y por la derecha se adentra en el pequeño valle que forma el río Sionlla y al cual el calificativo de maravilloso le viene como anillo al dedo.
CUATRO NOMBRES
No es inusual que un castro se conozca de dos maneras distintas, pero sí resulta raro que sea de cuatro. Así sucede en este: se llama castro de Vilasuso, castro de Enfesta, A Roda de Enfesta o —el nombre más bonito— A Roda dos Mouros.