Laura Seijas encontró en el quiromasaje «lo que me hace feliz y aporta equilibrio a los demás»
SANTIAGO

La compostelana dejó la publicidad para reencontrarse y porque «no quería estar atada a una mesa ocho horas»
07 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Mucho tiempo antes de que decidiera dar un vuelco a su vida, Laura Seijas Lareo venía pensando que la publicidad y el diseño gráfico «no era lo que me hacía feliz». Aunque reconoce que «me formé para trabajar como diseñadora, y me gustaba el trabajo, tenía claro que no quería estar atada a una mesa durante ocho horas el resto de mi vida laboral». Dar el paso no fue fácil, «trabajé cuatro años en una empresa de O Milladoiro», pero cuando decidió dejarlo fue definitivo. «Gasté mis ahorros en un viaje por Italia y por Sudamérica. Fueron cuatro meses de mochilera, todo en plan low cost. Necesitaba encontrarme y, sobre todo, encontrar lo qué quería hacer. Lo que tenía claro es que tenía que ser algo que me hiciera feliz. Alguno me dijo que eso no existía, pero lo encontré». Al regresar, un amigo le sugirió acudir a la Escuela Internacional de Desarrollo Humano y encontró lo que estaba buscando. «Fue sorprendente. Desde el primer momento pude comprobar que era lo mío, era lo que buscaba. No solo me hacía feliz, sino que aporta equilibrio a los demás». Tras su formación, Laura puso en marcha su proyecto Kalmare Bienestar, «una consulta de quiromasaje y terapias holísticas», detalla. Las técnicas que emplea son, además del quiromasaje, que «permite liberar tensiones y relajar la musculatura», otras como facioterapia Dien Chan, «que es una técnica natural de Vietnam que estimula puntos reflejos en la cara para activar la capacidad de autorregulación del cuerpo», explica. Entre las que mejores resultados le dan están la digitopresión, «que mediante los dedos aplica presión en puntos energéticos y permite que la energía fluya con armonía, la reflexología y el Reiki, que calma la mente. Todo acompañado de flores de Bach y aceites esenciales para acompañar el proceso a nivel emocional», relata. Laura es consciente de que muchas personas tienen reticencias hacia este tipo de terapias, por lo que «siempre propongo que prueben una vez, porque los resultados son evidentes». Eso sí, aclara que su función no es la de curar dolencias. «Si viene alguien con un dolor que tiene un origen físico, no lo voy a tratar. Tiene que ir a un médico o a un fisioterapeuta, pero muchos dolores o contracturas musculares son producidos por el desequilibrio del cuerpo. Hay que conseguir bajar la tensión, reducir el estrés. Pausar, desconectar y reiniciar el cuerpo. Eso lo aportan mis masajes. Son efectivos», añade. Uno de los momentos más satisfactorios de su trabajo se produce «cuando estoy dando un masaje y la persona se queda casi dormida, o cuando se levanta de la camilla y me dice que empezó pensando en mil cosas y consiguió dejar la mente en blanco y que se siente relajada y ya no le duele nada». Lo mejor es que «el bienestar se percibe incluso días después de haber venido», asegura.