
Cuenta con más de 20.000 piezas distribuidas en sus tres plantas
14 sep 2025 . Actualizado a las 05:05 h.Pocos creían que era una idea viable, porque en 1978 un museo en el Melide rural y no muy desarrollado parecía una utopía pura y dura. Ahora se ha convertido en uno de los emblemas de la localidad, un sitio de esos que se debe conocer sí o sí. El empuje y la constancia de un ciudadano de nombre Xosé Manuel Broz y su equipo permitieron dar vida a lo que en otros tiempos fue el hospital de peregrinos del Sancti Spiritus cuando el calendario marcaba el año del Señor de 1502. Se conoce su fundador: Sancho de Ulloa, primer conde de Monterrey, quien encargó del día a día a los franciscanos del convento situado justo enfrente. Del 2001 datan las últimas reformas.

Más de veinte mil piezas se dan cita allí en tres plantas con varias salas cada una y en el almacén, porque no hay sitio para todo ni, quizás, tampoco todo sea tan interesante como para exponerlo permanentemente. El edificio ya impresiona desde fuera, tanto por los ventanales superiores como por la entrada, una puerta de arco de medio punto flanqueada por escudos (de los Ulloa y los Castro) e inscripciones, y con una vieira encima de la puerta. Y abajo, tras el metacrilato o similar, el antiguo pavimento.
Alguna exposición temporal de artistas locales puede encontrarse a nivel de calle, donde está la recepción y la venta de objetos de recuerdo y algo importante: una revista científica sobre el territorio y su transformación humana. Y a partir de ahí, de todo y bien organizado, con la arqueología primero y la etnografía después, y gran cantidad de elementos como mínimo curiosos, amén de valiosos (no en el sentido económico, sino histórico).

Por supuesto, el interés de cada uno es intransferible, pero algunas vitrinas parecen reclamar la atención más que otras, como la que muestra hallazgos arqueológicos (cerámica, doas…) de diferentes castros. El gramófono no deja indiferentes a los jóvenes, ni las planchas, y la parte dedicada a las viejas escuelas suele asombrar.
Quienes están al frente, y para decirlo con una expresión coloquial, se enrollan con el visitante, sea escrito en el sentido más positivo, y no dudan en explicarle tanto las piezas como los avatares. Así, uno se entera de que un trozo del coro lígneo de la catedral compostelana ya está donde debe estar, en Santiago, y no allí aislada. Y ello demuestra generosidad de corazón y unas cabezas bien amuebladas: el visitante no entra en un museo de rapiña.
¿El precio de la entrada? Cero. Es lo único que tiene de malo el Museo da Terra de Melide. Porque la decisión de que sea gratis ni resulta educativa ni en la vida hay nada gratis.

De interés
Horarios de apertura
De martes a sábado, de 10.30 a 13.30 y de 17 a 20 horas. Cierra los festivos y los primeros meses del año.
Blog (activo)
museodaterrademelide.blogspot.com/