«Mi mujer y yo, cada vez que entramos en el Obradoiro, lloramos como niños chicos»
SANTIAGO

Los sevillanos Antonio Luque y María Dolores Gallardo, con 19 compostelas ya, acaban de hacer el Camino desde Sarria
08 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Acreditan 19 compostelas y ya piensan en cuándo van a regresar al Camino de Santiago. Antonio Luque y María Dolores Gallardo es un matrimonio sevillano que estos días caminó desde Sarria. «A pesar de tantas veces, la emoción de entrar en el Obradoiro permanece. Tanto yo como mi mujer, y cuando hemos venido con nuestras hijas, al llegar a la plaza, nos ponemos a llorar como niños chicos. Nuestra hija pequeña, María José, hizo con nosotros el Inglés embarazada de cuatro meses, así que nuestra nieta que hoy tiene seis meses ya hizo su primer Camino de Santiago. Seguro que sale peregrina. Su madre, en el Obradoiro, lloraba como una magdalena», según explica Antonio con satisfacción y los sentimientos a flor de piel. Su primer Camino fue el Francés. Lo hicieron desde Ponferrada y en bicicleta. Corría el año jubilar del 2004 y, desde entonces, se engancharon a las diferentes rutas jacobeas: «Hemos hecho la Vía de la Plata desde Sevilla, el histórico desde Saint Jean Pied de Port, el del Norte, el Primitivo, el Portugués, el Sanabrés... Mi mujer solo faltó a uno conmigo. No nos cansamos y nos gustan todos, aunque desde nuestra ciudad fue especial, claro», apunta el sevillano, al que le sorprendió la cantidad de peregrinos que se encontraron durante la ruta. «Hasta los hosteleros decían que septiembre había sido mejor que agosto», añade. El Camino mozárabe con inicio en Almería, pasando por Granada y Córdoba hasta empalmar en Mérida con la Vía de la Plata está cogiendo «mucho auge», pero lejos de las cifras de las rutas jacobeas más conocidas, según relata. En relación con las fricciones que se han producido últimamente en la ciudad, entre vecinos y peregrinos, Antonio dice ser consciente del problema. «Personalmente yo no he tenido ninguna mala experiencia, pero sí he notado molestos a algunos vecinos en el tramo final desde Lavacolla, los que viven en esas urbanizaciones. También veo que en los últimos años, donde la ruta está masificada, ha empeorado el trato y la cordialidad de las personas que atienden los negocios. En fin, es algo que atribuyo al estrés producido por el exceso de faena. Tampoco gusta en bares y cafeterías que pidas menos de lo que ellos quieren. Desde la pandemia observo un cambio de carácter en la gente, estos gallegos, que eran tan amables...», lamenta el veterano peregrino. A pesar de todo, él y ella prefieren quedarse con la «alegría y satisfacción indescriptibles, así como la paz y tranquilidad» que sienten al finalizar cada Camino. Y Antonio y María Dolores ya piensan en el siguiente.