Carlos Martínez: «Hay personas con diagnóstico en el ámbito de la salud mental que ejercen el papel de voluntarios»

manolo fraga SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Indica que la idea fundamental consiste en desterrar la imagen de gueto

24 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Empezó hace treinta años como voluntario en el Hospital Psiquiátrico de Conxo, donde conoció a Mayca Viz —hoy jubilada—, y entre ambos impulsaron la asociación Itínera, voluntarios en saúde mental, asegurando así la continuidad de un grupo de trabajo preexistente. «Iba para un mes y aún sigo; pero llegar hasta aquí ha sido muy duro. Es la relación más duradera de mi vida y volvería a hacerlo. Empecé a implicarme, a ver el potencial de la gente y hoy paso las Navidades con ellos. Aquí encontré una familia», según acaba confesando Carlos Martínez Uzal (Santiago, 1973), coordinador de la veterana entidad cuya atención llega a 150 personas a través de una veintena de actividades.

«La idea fundamental consiste en desterrar la imagen de gueto, se busca la horizontalidad en las actividades, donde el rol desempeñado por las personas participantes no dependa de su diagnóstico, sino de su formación o habilidades. Hay personas con diagnóstico que ejercen el papel de voluntarios dirigiendo actividades de corte educativo o cultural», tal como explica el coordinador, que se afana en ahondar en la idea de que en la asociación no hay «distinción» entre usuarios, voluntarios o empleados. «Somos todos lo mismo», apostilla.

De cara a propiciar un espacio de relación, añade que resulta también imprescindible la creación de una red de trabajo con entidades no exclusivamente relacionadas con la salud mental. «Una asociación, si solo actúa de puertas adentro, no es más que un gueto bien organizado. Por lo tanto, no podemos hablar ya de un único perfil de usuario como persona con un trastorno mental severo, sino de una entidad abierta a diferentes sectores sociales», explica Martínez, que es licenciado en Derecho.

Uno de los programas relevantes reside en la academia que tienen en el centro de la ciudad, donde se ayuda a estas personas a obtener el título de ESO, FP o Bachillerato, donde en la actualidad hay 20 alumnos. «En los últimos diez años han acabado la ESO más de sesenta», apunta, ufano. Pero Itínera también ha creado un centro especial de empleo, Erit, que presta servicios de jardinería y silvicultura y tiene siete personas contratadas. «Nuestra idea es abrir más centros dedicados a otras actividades económicas, con la idea de llegar a veinte ocupaciones en 2030», según señala.

El club de lectura es otro ámbito destacado en el conjunto de acciones de esta asociación que, además, usa un recinto en Figueiras, cedido por el Concello de Santiago, y la rectoral de Merza (Vila de Cruces) para la realización de diversas actividades. «Invitamos regularmente a autores y se quedan sorprendidos al comprobar que los participantes se han estudiado su libro, o casi, porque tienen un elevado nivel cultural. Leen de todo, clásicos y actuales; 600 libros en los últimos quince años», tal como subraya Martínez.

El rango de edad oscila entre los veinte y los sesenta y tantos años, hay más hombres que mujeres, y su nivel de estudios es heterogéneo. «Hay de todo, licenciados, personas con gran experiencia laboral, con estudios básicos. Como asociación, no perdemos de vista que trabajamos por su integración social; de ahí que no buceemos en su diagnóstico, queremos encontrar a la persona que está detrás del enfermo», indica el coordinador, al tiempo que advierte del «gran cambio» que se ha dado en el perfil de estas personas. «Antes se hablaba de esquizofrenia, trastorno bipolar… Hoy hay mucha más gente diagnosticada con trastornos de personalidad, adicciones a las redes sociales, el móvil, las apuestas. Y el brote psicótico lo vemos ya en chavales de 18-20 años, ha bajado la edad», concluye.