El Concepción Arenal reclutó ya a más de 300 pacientes para estudiar su salud a lo largo de veinte años
SANTIAGO
El objetivo es llegar a los cuatro mil voluntarios en cinco años; se trata de un ambicioso proyecto estatal de medicina preventiva, Cohorte IMPaCT
22 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Si te llaman, ven. El lema de este ambicioso proyecto de medicina preventiva es precisamente lo que hizo Carmen Froján, una de los más de 300 pacientes del ambulatorio Concepción Arenal que ya han dicho que sí a participar en Cohorte IMPaCT, una investigación epidemiológica que busca comprender y mejorar la salud de la población española. Pero para ello hay que estudiarla a lo largo de los años, y eso es lo que hará este programa del Centro de Investigación Biomédica en Red del Instituto de Salud Carlos III. El objetivo, seguir a lo largo de veinte años a 200.000 españoles, de ellos 12.000 gallegos. En la comunidad se han elegido tres nodos de reclutamiento, y uno de ellos está en la capital gallega, en concreto en el ambulatorio Concepción Arenal.
Allí, en el piso menos 1, en dos salas, una habilitada como oficina y otra como consulta para realizar las pruebas, están dos técnicas de laboratorio, Sonia Sánchez y Nerea Troáns. Son ellas las reclutadoras, las que llaman a los pacientes incluidos en la muestra aleatoria elegida para este proyecto y las que consiguen que las negativas sean mínimas. No es de extrañar. Se adaptan a la disponibilidad de los voluntarios, van una tarde a la semana para que aquellos usuarios que trabajan de mañana puedan realizar las pruebas y le ponen buen humor y una sonrisa a la consulta. Durante cinco años intentarán reclutar a cuatro mil pacientes a los que se les harán una serie de pruebas. Cada cinco años se repetirán, y con ello España contará con una cohorte de población enorme que permitirá explorar durante dos décadas los determinantes psicológicos, sociales, medioambientales y biológicos de la condiciones de salud y las enfermedades de mayor importancia en el país.
Carmen dijo que sí a la primera, «y aunque yo no llegue a ver los resultados en veinte años, servirán para el resto». La llamaron y no dudó, «me dijeron que la única prueba invasiva era la analítica pero al final me tenía que hacer una, así que ya me la hicieron aquí». Esta es la parte que más incomoda, cuenta Nerea, porque son ocho tubos, dos rutinarios y seis para enviar a Madrid en el marco del proyecto. Audiometría, prueba de esfuerzo, antropometría, exploración cardiovascular o un amplio cuestionario de salud y condicionantes sociales son algunas de las pruebas incluidas. Solo la analítica es excluyente y de momento se están alcanzando los niveles de participación que se esperaban. «Empezamos hace un año y estamos captando una media de 40-45 pacientes al mes, la respuesta de la población está siendo buenísima», cuenta Sinda Blanco, médico e investigadora principal del proyecto. «Gracias y gracias por la participación», añade Rosa Hurtado, coordinadora del programa a nivel gallego.
Aún así, hay diferencias entre hombres y mujeres, y ellas son más proclives a decir que sí. «Los jóvenes, especialmente hombres, participan menos porque las llamadas coinciden en horario laboral, así que una vez detectado empezamos a llamar por las tardes», añaden. Pese a ello, «la participación es abrumadoramente más alta en mujeres», cuenta Rosa. Lo saben bien Sonia y Nerea, «os homes son máis reticentes, non sei, parece que non teñen interese en facerse probas nin tempo», bromean.
La muestra: entre 16 y 79 años con un mínimo de dos residiendo en el país
La población incluida en esta muestra aleatoria cumple varios requisitos. El principal es la edad, ya que se estudia a una cohorte de entre 16 y 79 años, que no esté institucionalizada y lleve un mínimo de dos años residiendo en el país. La enorme duración del estudio —veinte años— es uno de los temas de conversación más habituales de los participantes cuando se contacta con ellos por primera vez, «o comentario de eu non chego aos vinte anos fano sete de cada dez», cuentan con humor Sonia y Nerea. Pero eso no implica que no participe población mayor. De hecho, de los más de 300 que ya están en el nodo de Santiago, un voluntario ya alcanzó los 80, porque se reclutó con 79.
Contar con una base de datos tan amplia —200.000 españoles— permitirá realizar numerosos estudios de salud, y de hecho, señala Sinda Blanco, «hay ya 22.000 personas dentro de la cohorte y se va a poner a disposición de los investigadores para que empiecen a publicar». Uno de los proyectos en los que se utilizarán los datos genómicos de unos 60.000 participantes es la iniciativa europea 1+ Million Genomes, una de las más ambiciosas a nivel mundial en medicina de precisión.
En resumen, señalan desde el Sergas, «este rexistro permitirá construír modelos preditivos de enfermidade, identificar desigualdades en saúde e avaliar o impacto das políticas sanitarias».