La «sentimental» rehabilitación de un centenario molino familiar en Boimorto
BOIMORTO
Manuel Sánchez recuperó, con la ayuda de su amigo «Toñito», la construcción en desuso frente a su casa en Lavandeira
13 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El molino de Fandiño ya está prácticamente listo para tirar otros tantos años como lo que tiene encima. Y no son pocos. «Debe de ter de 120 a 125 anos», calcula Manuel Sánchez, nieto del fundador de la construcción, donde antaño se molía maíz para alimento del ganado. Era un molino de agua de una sola piedra, como tantos que agonizan en Galicia tras acumular décadas en desuso. Pero ese vecino de Boimorto se empeñó, a las puertas de la jubilación, en rescatarlo del abandono por una cuestión sentimental. «Empezouse a rehabilitar cando el estaba, pero non o viu acabar», recuerda Manuel a padre, que fue quien, en su día, planteó restaurar la edificación por la nostalgia que le causaba verla, día tras día, deteriorarse.
Y es que el molino de Fandiño no se encuentra, como la mayoría, «nun barranco», sino, separado por una pista, de la vivienda de la familia en Lavandeira, un lugar de la parroquia de Andabao, no lejos del recinto en el que se celebra el festival de Luz Casal. «Aínda estivemos o outro día con ela», pausa el hombre un minucioso relato sobre el proceso de restauración del centenario molino. Estaba, afirma, «moi deteriorado», y después de, cuenta, «moito traballo de albanelaría e carpintaría, e de moitas horas de traballo que non se ven», la construcción está de estreno.
Las paredes de piedra «encintáronse», el piso de madera sobre el que se apoya la tolva «houbo que facelo de novo porque estaba podre», y, bajo la nueva cubierta de uralita y teja, se ejecutó lo más gordo. Las viejas vigas y tercios «levantámolos», y lo que pudo aprovecharse «pulímolo, lixámolo e démoslles un tratamento para o caruncho. Non foi complicado, pero tragamos moito po», cuenta Manuel, que habla en plural porque los trabajos de restauración del molino familiar se los echó él a la espalda y Antonio Guerra, «Toñito, que é como lle chamamos, un amigo que é un manitas».
Con sus medidas originales
Manuel Sánchez documentó con imágenes todo el proceso de restauración, en el que, insiste, «respetáronse escrupulosamente as medidas que tiña o muíño». Y, móvil en mano, cuenta que las durmientes están hechas de nuevo «con madeira de castaño», y cómo se restauró el rodezno, porque estaba oxidado. Esa pieza «tívena gardada como ouro en pano; é a que move o muíño», comenta este vecino de Boimorto, con el que bromean sus paisanos, «dicíndome que estou mal da cabeza». Nada más lejos. «Doume tempo a arrepentirme», afirma. Y no lo está, a pesar de que «isto de inversión ben, pero de rendibilidade, cero».
Y es que el molino de Fandiño no volverá a utilizarse como antiguamente, pero en el recuerdo del pasado reside «o valor sentimental que ten para nós». Y lo que merece la pena se celebra. Por eso, Manuel Sánchez aguarda por las dos únicas piezas que le faltan para poner de nuevo a funcionar, después de décadas, el mecanismo. «Están encargadas nunha empresa da Coruña, porque teñen que ser a medida. Se nos viñeran —dice— sería cousa dun ou dous días». Como «non depende de nós», Manuel no puede precisar cuando estará listo el molino familiar, pero espera a lo largo de este mes poder organizar «unha festa, festa, non, pero si uns petiscos» para celebrar la recuperación de ese tesoro familiar que luce, más si cabe, con iluminación ornamental y en un entorno acondicionado con un merendero.