
La pulpeira de Melide evoca medio siglo haciendo pulpo, desde cuando llevó dos garrafas de agua para cocerlo en Madrid hasta su recorrido por las ferias de Pontedeume, Betanzos o Ferrol pasando por el recuerdo de sus suegros, de los que aprendió: él un arriero de Carballiño y ella de Melide
07 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.«O pulpo é cocer e cortar, cocer e cortar...». Este es el secreto de una mujer que le ha hecho de todo al sabroso cefalópodo: lo apaleó -«así teño este brazo ás veces»-, lo colgó a secar al aire «como se fose a roupa», lo coció en calderas de cobre «que agora parece que xa non se poden usar», lo transportó en el coche de línea para ir desde A Coruña al feirón de Pontedeume, lo sirvió a personajes que llegaban en avión privado para tomarlo y a feriantes que tenían el puesto a su lado y hasta viajó a Madrid con dos garrafas de agua gallega para cocerlo «porque a auga de alí non valía». Ella es Lola Sande Parada, a pulpeira de Melide. Acaba de cumplir 85 años y ayer un grupo de amigos le hicieron un homenaje. Esta vez, no hubo pulpo, sino el menú de carne asada de la Cocina Económica de A Coruña, donde se reunieron [también para ayudar a la institución llevando algún producto] algunos de aquellos que empezaron a ir por el local que hace medio siglo -el 14 de abril de 1968- abrieron Lola y su marido Antonio Rodríguez Taboada, en el número 135 de la Ronda de Outeiro de A Coruña. A él, ya fallecido, lo recuerdan los parroquianos con la retranca que resumía una de sus frases, cuando la sobremesa de algunos clientes se prolongaba: «Lola, vamos xantar que esta xente quere marchar».
Antonio era de Melide, «o fillo da pulpeira; eles viñan á romaría de Santa Margarida e acórdome como se fose hoxe que me trouxo de regalo unhas medias de cristal [risas] que non había e non sei de onde as sacou», evoca Lola. Fue él quien le enseñó a elaborar el pulpo «pero eu logo aprendín e a idea de ir ás feiras foi miña: íamos a Betanzos, a Cabanas, que era o día 21... E despois foi cando se abriu en Pontedeume o feirón, os sábados, e viñeron onda a min a ver se lles ía». En la villa eumesa «foron moitos cartos os que gañei. Porque por alí hai moitos chalés e viñan tantos de Madrid...». Y va hilvanando recuerdos como la llamada que recibió una tarde de sábado, precisamente desde la capital española, preguntándole si tenía pulpo y contándole que salían en avión privado para Santiago y que de allí iban para Pontedeume. «Menos mal que aínda non tirara a auga porque un pulpo só se o botas a cocer, non sabe nada... Hai que cocer uns cantos».
Y sentencia: «O último é o que mellor sabe». A ella le gusta «tirando a duro», igual que a unos clientes que tenía en la feria de Ferrol: «Ao meu lado estaba o rei dos xitanos cun posto de roupa enorme». Nada más llegar a la feria aquel hombre le decía: «Ponga la caldeiriña, señora Lola» y las primeras raciones eran para él y sus acompañantes.

Lola ha llegado a cocinar en algún evento 1.100 kilos de pulpo. Fue al lado del castillo de San Antón y utilizó 16 calderas. Y luego bodas, primeras comuniones, aniversarios o congresos médicos, en uno de los cuales «estaba un primo da raíña [Sofía] que moito lle gustaba».
Lola habla delante de fotos en las que están Bebeto y Miguel de la Quadra Salcedo. «Esa é Maruxa, miña sogra», dice señalando la imagen de una pulpeira en el parque de Santa Margarita de A Coruña. Es María Taboada que se casó con Manuel Rodríguez Vázquez, un arriero de Carballiño, donde su familia tenía una pulpería e iba hasta Ferrol comerciando con vino y sal. En 1930 abrieron su local en Melide «e alí empezou a historia da pulpeira de Melide», sentencia Lola, que nacería tres años más tarde. Su madre murió cuando ella tenía 13 años y era la mayor, con otros tres hermanos de 2, 5 y 11 a los que sacó adelante, «e a un sobriño».
Animados por el alcalde Alfonso Molina, [«que pasaba máis tempo nas tabernas que no Concello», ironiza Xosé M. Rabón, uno de los organizadores del homenaje a Lola] sus suegros se instalaron en A Coruña en 1955, en una calle de La Unión aún sin asfaltar. Luego se fueron al Orzán y cerraron poco antes de que abrieran Lola y Antonio. Ahora la tradición familiar la siguen Carmiña, la hija pequeña, con la Pulpeira de Melide de Lola, en la Ronda de Outeiro, y el hijo mayor, Antonio, con la Pulpeira de Melide en la plaza de España. Lola ha cambiado el pulpo por las redes sociales.