Construyen una espectacular casa en madera para volver a la aldea: «Es como vivir en una terraza todo el tiempo»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA ALLARIZ / LA VOZ

FORESTAL

Seara Peleteiro Arquitectos es finalista de los premios COAG por la vivienda en Allariz de Ángel y Ana, una edificación elevada y triangular con vistas panorámicas

05 abr 2025 . Actualizado a las 17:05 h.

Ángel y Ana confiesan que padecen síndrome del impostor por vivir en su casa de San Vitoiro, en Allariz. «Llevamos aquí dos años y es como si la vida anterior se difuminase, al principio me costó dormir, solo quería mirar las vistas», confiesa él. Su hogar es una vivienda íntegra de madera con un especial diseño: tres alas conforman una estructura triangular de una planta elevada, con varios espacios exteriores y unas amplias vistas. Todo tiene un sentido. Es el resultado del deseo de dejar la ciudad y volver a la aldea. «Querían unha casa na que estar fóra da casa», explica el arquitecto responsable Juan Seara, del estudio Seara Peleteiro, que ejecutó el proyecto junto al arquitecto técnico Miguel Gallego.

La construcción de San Vitoiro es finalista de los Premios del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia 2025, en la categoría de vivienda unifamiliar. Se fallan este sábado. No hay duda del acierto estético. Pero lo más destacado del proyecto es haber satisfecho las necesidades de Ángel y Ana aprovechando todas las potencialidades del entorno sin impacto. La edificación de la casa no necesitó tirar ni un árbol ni modificar el terreno, sino que se encajó en él. Y todo con el empleo de madera, un material que se quiere impulsar porque el sector forestal es estratégico para Galicia. «Temos unha potencia mal aproveitada con plantacións de eucalipto ou fabricación de pasta de papel, hai que facer algo de máis valor, como a construción», defiende Juan Seara. 

Para haber conseguido el óptimo resultado final, el trabajo lo empezaron sin querer Ana y Ángel mucho antes. «Moitas veces a xente ven cunhas premisas de dimensión ou custe pero hai moitas cousas que non teñen na cabeza, como saber as súas necesidades reais», apunta Seara. La pareja llevaba años viviendo en la ciudad de Ourense, aunque siempre fueron de «andar tirados por el monte». Tenían la idea de volver a una vida tranquila en la aldea y primero empezaron a mirar opciones de segunda residencia para los meses de verano. «Al principio teníamos la idea de buscar un terrenito en el que construir un galpón para la autocaravana...», recuerda Ángel.

Todo cambió cuando visitaron unas casas de madera: «Nos gustó la sensación dentro». Entonces pasó a ser una opción de vida permanente. El proceso de construcción empezó antes de la pandemia y fue largo. Especialmente el primer paso: encontrar la parcela idónea. La seleccionada se encuentra en la aldea de San Vitoiro y cuenta con bastante inclinación, lo que le brinda unas vistas panorámicas. Además, conservaba arboleda. «A xente cando compra o terreno só pensa no prezo e non pensa nas posibilidades, eles elixiron con moito coidado», asegura el arquitecto.

Una vez que tenían en mente los requisitos de Ángel y Ana y la parcela base, el equipo técnico solo necesitó un intento. «Desde el primer dibujo dijimos que sí, la casa es como es y nos explicaron por qué», recuerda Ana. Para adaptarse a la elevación del terreno y sacar partido a la posición del sol y las vistas, construyeron una vivienda de elevada porque la pareja quería una sola planta. Unos pilares de hormigón sostienen la casa, dejando debajo un espacio para guardar los coches sin necesidad de construir un garaje. Además, cumple la condición puesta por los inquilinos de ser accesible. 

El propio inmueble son tres módulos de 7x4 metros rectangulares que se juntan en un espacio triangular. «É unha casa sen por se acasos», apunta Seara. El arquitecto asegura que mucha gente que edifica en el rural peca de proyectar viviendas muy grandes, de varios dormitorios, que finalmente no usan ni necesitan.

Por el objetivo de Ángel y Ana de no sentirse encerrados entre cuatro paredes, el núcleo del hogar es lo más pequeño posible para habilitar muchos espacios exteriores: «É o que un espera cando se muda á aldea». La casa está casi rodeada por tres balcones que, unidos a las grandes cristaleras, dan al interior una intensa luminosidad y amplitud. «Es como vivir en una terraza todo el tiempo», asegura Ana. Pese a que su peculiar disposición hace pensar que es una edificación compleja, Juan Seara aclara que la propia geometría resolvió con sencillez el diseño.

Ventajas de la construcción en madera

La vivienda está íntegramente construida en madera, no solo el revestimiento sino también los muros y el aislamiento. Es semejante a las casas pasivas, una opción que se barajó pero finalmente no fue la idónea. Las ventajas de este material empiezan por la autorregulación de la humedad y la temperatura. En el centro del triángulo donde se unen los tres módulos, la pareja instaló una caldera de leña que es más que suficiente para calentar el espacio: «Tenemos aerotermia pero ni la utilizamos». El aislamiento térmico de la madera es «prácticamente o triple» que el de una vivienda con materiales convencionales. «Y es un calor mucho más agradable», apunta Ángel.

Por otra parte, el característico e irremediable olor a humedad de las casas de Galicia desaparece en este tipo de edificaciones. «Este tipo de casas respira, os muros deixan que o vapor de auga saia automaticamente, autorregúlanse», explica Juan. Aunque los dos inquilinos confiesan que antes de empezar el proyecto pecaron al pensar que sería más económico, lo cierto es que desde la pandemia ya no hay ningún material barato. «Hai presupostos que asustan incluso en construción convencional», asegura. Aun así, la «economía da construción» se debe enfocar desde muchos aspectos, no solo desde el propio coste de los materiales, como defiende el arquitecto de Allariz. A corto y a largo plazo, la casa de San Vitoiro superó las expectativas de Ángel y Ana. Fue un «amor a primera vista» que la arquitectura de vanguardia consolidó.