«En Melide axiña fixen amizade coa xente, na cidade cada un anda ao seu»

Natalia Rodríguez Noguerol
NATALIA NOGUEROL MELIDE / LA VOZ

MELIDE

PACO RODRÍGUEZ

Un grupo de mujeres de la localidad, que comparten el grupo de WhatsApp «Chicas del café», solo ven ventajas a hacerse mayor en un concello de interior

04 feb 2025 . Actualizado a las 18:53 h.

Oliva vivió en Barcelona, entre otras ciudades a las que la vida la llevó antes de regresar definitivamente a Melide, su municipio natal. Lo cuenta al hilo de explicar por qué hacerse mayor en un pueblo de interior reúne más ventajas que inconvenientes. «En la ciudad pocos amigos tienes, bajas y subes, y, a veces, ni hola. Sin embargo, aquí nos conocemos todos. Es una segunda familia la que tenemos aquí», cuenta. Son las doce de la mañana. Y hasta la una, es la hora del café. Y del pincho de pan con tomate, aceite, y jamón serrano. De lunes a domingo. No se perdona. «Es lo principal del día: unos minutos en los que estamos contando nuestras cosas», comenta la mujer. Acaba de llegar de clase de pilates. Y es que «vamos a cantar a la coral, a la escuela de memoria, y a gimnasia de mayores», añade Carmiña. Es otras de las vecinas de Melide que no faltan al café de las mañanas en el local de hostelería que atiende José Mouriño, a unos pasos de la plaza do Convento, el corazón pétreo de la localidad.

Son un grupo de dieciséis mujeres y, entre ellas, hay unanimidad cuando explican que el hecho de conocer a los vecinos favorece las relaciones sociales, uno de los factores que consideran determinantes para «envejecer con dignidad. La mejor terapia que podemos hacer —apunta Carmiña— es venir al café». Al café y a lo que toque, porque en febrero repiten quedada para ir a comer cocido. Lo cuenta Placeres, otra de las asiduas a la cita del mediodía, que, a la familiaridad que señala Oliva, añade como otra de las ventajas de hacerse mayor en pueblo como Melide el hecho de que «nos llevamos todos bien». Lo mismo piensa Clara, que tampoco le pone pegas a cumplir años en su municipio natal, porque «coñezo a todo o mundo; vou por aí adiante e paro con toda a xente que hai. Agora que non me movan de Melide». Tampoco a Celia, que, confiesa, «nunca quixen, sempre estiven contenta aquí».

A las «chicas del café», como así identificaron el grupo que comparten en WhatsApp, no les gusta hablar de desventajas, porque, aunque cierto es que no ven demasiadas, entienden que señalarlas sería meterse en terreno pantanoso: el de la política. Con todo, no les pasan desapercibidos los ajustados horarios de las líneas de transporte discrecional que cubren las rutas Santiago-Lugo y A Coruña-Ourense. Ellas no conducen, y, tal y como observan, «quitaron muchos coches de línea». Además, alguna considera que el nuevo centro médico se puede aprovechar para incorporar nuevos servicios, porque, recuerdan, «las placas hay que ir a hacerlas a Arzúa». No es el único servicio que obliga a desplazarse a la localidad vecina, porque «facía falta a piscina», reivindica una voz, eso sí, de fuera del grupo de mujeres.

Entre ellas, ninguna discrepa de Lucía cuando esta afirma que en Melide «hay de todo». Tampoco Lola percibe inconvenientes. «Se os ten, eu non llos vexo. É tranquilo e coñecémonos todos», afirma. Ni su tocaya Loli añora A Coruña, más allá de sus hijas y de sus nietas, que se desplaza a ver «cando quero». Es una de las del grupo del café con también residencia en la ciudad herculina. Se trasladó a vivir a Melide hace 13 años, y «de momento, non boto en falta nada», asegura. Cuenta, además, que en la localidad melidense ganó «en tranquilidade», y, añade, «enseguida fixen amizade coa xente, cousa que nunha cidade, cada un anda ao seu». Novita, como todo el mundo conoce en Melide al hostelero que las atiende, resume a la perfección la tertulia con el grupo de mujeres: «Aquí hai que apoiarse mutuamente».

Melide y Arzúa ofrecen programas de ocio saludable para un envejecimiento activo

Oliva y Carmiña ponen sobre la pista de una de las claves para cumplir años con salud: mantener activos el cuerpo y la mente. A esa recomendación contribuyen en municipios medianos como Arzúa y Melide, con una programación de actividades que incluyen desde talleres de memoria a gimnasia de mantenimiento. La facilidad para acceder a las clases es toda: por los horarios, porque se imparten también en las parroquias, y, además, a un módico precio cuando no son de acceso gratuito.

El Concello de Melide gestiona los programas para mayores a través de su centro social, con 2.404 socios, de los que 1.485 son vecinos del municipio. Las excursiones y las sesiones de baile dominicales son, además de la comida de confraternización de la tercera edad, un valor seguro de la programación, con también amplio respaldo de afluencia en las demás actividades. De acuerdo con los datos facilitados desde el Concello melidense, las disciplinas de las escuelas deportivas orientadas a los mayores cuentan con aproximadamente 142 alumnos, los talleres de nuevas tecnologías suman 23 usuarios, y los de memoria, que se ofrecen gratuitamente tanto en las parroquias como en la capital municipal, se acercan al centenar.

En Arzúa, también según los datos facilitados desde la administración municipal, 72 vecinas y vecinos, mayores de 60 años, asisten a clase de gimnasia de mantenimiento, una actividad que también se imparte en once parroquias, con la participación de más de 90 personas.