Julia Robles, que actuó con Lola Flores a los seis años y fundó compañía de baile propia, imparte ahora clases de sevillanas en esta localidad y en Oroso
19 oct 2024 . Actualizado a las 22:08 h.Julia Robles prometía en el mundo de la danza. Con seis años ya sabía lo que era actuar con Lola Flores. Estudió danza en su Barcelona natal con referentes del flamenco como Flora Albaicín. Pero en 1975 el amor se cruzó en su camino, y cambió de registro para seguir al artista uruguayo que fue su marido por medio mundo compartiendo un espectáculo gaucho, actuando en Las Vegas, en Tampa y en el circo Ringling. Regresó a España años después, confirmando que la promesa infantil se había convertido en toda una artista, y montar su propia compañía de baile, con la que puso en escena espectáculos como Bailando a Camarón. Y desde hace seis años, esta bailaora barcelonesa de 72 está afincada en Negreira. Es su último destino tras residir 22 años en Sevilla, donde durante más de una década estuvo al frente de su escuela de baile en la cercana Mairena del Aljarafe, y de donde se fue para superar la pérdida de su única hija. «Tuve que cerrar la escuela porque me ponía mala cada vez que iba al estudio. Me vengo a Negreira por unas conocidas, que al darme el pésame me invitaron a pasar unos días. Habían hablado con el anterior alcalde para empezar a dar unas clases aquí, a ver si cambiando de aires lograba hacerlo, y fue todo rodado. Cuando volví a Sevilla, mis amigos me animaron a empezar de cero fuera de allí: eran demasiados recuerdos para seguir en una ciudad donde viví más años con mi hija que en Barcelona. Llené una furgoneta, no miré atrás y aquí estoy desde el 2018».
Comenzó a dar clases de sevillanas dentro de las actividades municipales del Concello de Negreira: «Empecé con poquitos pero han ido a más, hasta 25 he tenido. Este año de momento están doce, y además de sevillanas también tenemos flamenco». ¿Por qué se apuntan los vecinos a este baile? «Por el auge de los pueblos que dedican días a la Feria de Abril sevillana: la gente quiere aprender a bailar y pasárselo bien, porque las sevillanas son muy divertidas, se pasa un rato alegre. Es un baile social, folclórico y sencillo». Sonríe y asiente cuando se le pregunta si es fácil engañar al profano bailando una de Los Marismeños. Porque el flamenco, añade, ya es «otra historia. Son otros palos (alegrías, bulerías, soleás, caña, mirabrá ...) y ya hay que empezar con técnicas de pies, cuerpo, hacer palmas». A sus clases en Negreira se sumarán desde noviembre las de Oroso, tras una primera experiencia intenstiva de un trimestre el curso pasado: «Tuve doce personas en iniciación, y una niña de 11 años, que lo dejó porque se sentía un poco cohibida entre las mayores. Pero este año convocamos clases para niños y adultos», que se impartirán los miércoles en el Centro Cultural Fernando Casas e Novoa. Y no descarta poder enseñar su arte también en Brión.
¿Qué tal se nos dan las sevillanas a los gallegos? «No tiene nada que ver ser gallego: el que tiene ritmo y le gusta lo que hace, lo hace bien. Igual se necesita educar un poco más el oído, yo les digo a mis alumnas que se pongan sevillanas en el coche, pero nada que ver. He tenido alumnos de Sevilla con una oreja en Pamplona y otra en Bilbao», bromea. Dice alumnas, porque en sus clases los hombres son rara avis. Ellas encuentran sus trajes de sevillanas en internet, también con la opción de la segunda mano. Solo hacen falta afición, ganas y seguir las enseñanzas de Julia Robles para hacer lo que hace ya tantos años preconizaban Cantores de Híspalis: «A bailar, a bailar, a bailar ...».