Tres generaciones de padronesas cuidando y mimando a los pimientos de Herbón
PADRÓN
Carmen A Ferreira, «Milucha», cogió el relevo de su suegra y a su vez se lo pasó a su nuera, Lourdes Diéguez
03 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Los pimientos de Herbón, que no de Padrón, cuentan con unos cien productores en la parroquia, entre los que está Carmen A Ferreira, conocida por todos como Milucha. Es una veterana que acude todos los martes y jueves a la Praza de Abastos de Santiago con un cesto de pimientos y otros productos de la huerta recogidos solo unas horas antes. La vida de Milucha ha estado vinculada a ese cultivo desde niña. Con solo 10 años se desplazaba en tren en Santiago y, como no sabía leer, contaba las estaciones para bajarse en la correcta. Ella cogió el relevo de su madre, también de nombre Carmen, y conocida como A Canteira; y de su suegra, también Carmen, de la que heredó también el apodo de A Ferreira. La suegra de Carmen se desplazaba a Santiago y se quedaba toda la temporada en pensiones de la ciudad. Cada día recibía la mercancía, que vendía en el mercado. «Eran tiempos muy duros», recuerdan en la familia. Actualmente, Carmen A Ferreira sigue acudiendo todos los días a la huerta y al invernadero para mimar los cultivos y ayudar en su recolección. El que no falla tampoco es su marido, Rivera de Herbón, que no parece dispuesto a abandonar un trabajo al que ha dedicado toda su vida. Como ya le ocurriera a Carmen, que tomó el relevo de su suegra, ahora también es una nuera la que asume buena parte de este negocio familiar. Lourdes Diéguez es la cara visible durante los sábados en el puesto de Milucha, situado en el murallón del mercado compostelano. Lourdes compagina su labor agrícola con su trabajo como funcionaria en el Ayuntamiento de Dodro. En tiempos, la familia se centraba solo en los pimientos de Herbón, pero fueron ampliando cultivos y ahora ofrecen otros productos de temporada. No solo de su propia huerta, sino también de productores de la zona. Milucha y Lourdes despachan en su puesto cultivos de paisanas de Boqueixón, Piloño y de otras localidades de Vila de Cruces, cuyos productoras dejaron de acudir a la plaza por la edad y con las que Carmen mantiene una buena relación. Los años, y la falta de tiempo de las nuevas generaciones, obligaron a introducir cambios en los cultivos. Ya no se riega a mano, sino por goteo; y tampoco se quitan ya las malas hierbas una a una, sino que se ponen mantas para evitar que broten. Aún así, los 2.000 metros cuadrados de invernadero y los 4.000 al aire libre reciben la visita prácticamente diaria de la veterana Carmen, que tiene fuerzas y ganas para seguir al pie del cañón.