El espectacular vía crucis de Sorribas, en Rois, inmortaliza a los vecinos del siglo XVII

Cristóbal ramírez SANTIAGO / LA VOZ

ROIS

Cristóbal Ramírez

Son nada menos que doce estaciones y un calvario, levantado el conjunto en 1698 con la aportación de los vecinos

07 dic 2025 . Actualizado a las 05:05 h.

Hay un buen montón de vía crucis en la comarca compostelana, la mayoría justo pegados a algún templo y rodeándolo, pero se puede afirmar con escaso miedo a equivocarse que como el de Sorribas, ninguno. Una maravilla que, además, está oculta. Y bien acompañada, aunque es una pena que se haya construido algo en la retaguardia.

Cuando se deja la carretera DP-3302, en el momento en que esta describe un ángulo de 90 grados a la derecha, se suben unos pocos cientos de metros en línea recta. La alta torre de la iglesia sirve de notoria referencia, y no hay que dejarla atrás sino que procede aparcar en la explanada ante ella. ¿Dónde espera el vía crucis? A las espaldas. Ahí comienza. Son nada menos que doce estaciones y un calvario, levantado el conjunto en 1698 con la aportación de los vecinos y con inscripciones que recuerdan para la posteridad a esas generosas familias. Con justicia se define como un paseo relajante y encantador que, eso sí, exige el calzado apropiado si ha llovido. Dificultad: cero absoluto.

El inicio del vía crucis está flanqueado por una casa en la que se colocó una placa que recoge la fundación de la asociación vecinal Santo Tomé de Sorribas. Tan acostumbrados a lo largo y ancho del país de placas para mayor honor y gloria del alcalde de turno, dejar constancia de una iniciativa popular se convierte en un agradable guiño a la historia.

Merece unas líneas también el palco de música, sencillo pero lejos de la vulgaridad que campa a sus anchas por la Galicia rural. El palco tiene su historia, porque en el 2007 fue derribado uno de cemento que, insólito, escondía el que se ve ahora, octogonal, de piedra y construido hace poco más de cien años. Una auténtica reliquia.

Luego está la iglesia, por supuesto, puro siglo XVIII que demuestra la riqueza de la zona: no se trata de un edificio simple y pequeño, sino de algo grandioso, con una torre espectacular. Y a su lado, un cementerio que demuestra un gran estilo y elegancia a la hora de diseñar la última morada para tantos vecinos: monumental.

Y todo ello se encontró con el viento en popa cuando la Fundación Pro Patrimonio (a la cual Rois debe tanto) asumió la recuperación de ese entorno hace casi dos decenas de años. El concello, inteligentemente, apoyó. Y echaron una mano también la entonces Unión Fenosa y la Consellería de Industria. Todo un buen ejemplo de colaboración que debería repetirse en todas partes, ahora y siempre. Y es que, aunque cueste creerlo, tres de las cruces habían sufrido las iras de los vándalos. Eso para empezar. Para seguir, los cables aéreos tanto eléctricos como telefónicos imponían su dictadura estética. Y, continuando, el muro de piedra lateral se merecía un buen arreglo, y lo tuvo. ¿Resultado? Un encanto de lugar.

Cómo ir

Justo frente al santuario de A Escravitude arranca la DP-3302 (con paso a nivel incluido). En las dos rotondas, a la izquierda.

Coordenadas

42º47’22’’N 8º40’32’’W