Los alumnos de Medicina, solos ante sus primeros pacientes

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

SANDRA ALONSO

Los 382 graduados de sexto realizaron una prueba en el Clínico con 20 consultas y enfermos ficticios

07 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En apenas un año se enfrentarán a sus primeros pacientes reales, tras haber realizado el examen MIR. Pero ayer conocieron lo que supone estar solo frente a un enfermo, en una consulta, y tener que tomar decisiones de manera autónoma. Los 382 estudiantes que acaban de terminar sexto de Medicina en la USC se enfrentaron a la evaluación clínica objetiva estructurada (ECOE), una prueba que llenó el hospital con 800 estudiantes, evaluadores, actores, voluntarios y personal de apoyo.

Durante tres turnos, a lo largo de todo el día, los graduados se sometieron a veinte consultas de unos diez minutos cada una en las que se les presentaba un problema médico de cada una de las especialidades. Lo importante, explica el vicedecano de la facultad, Víctor Arce, no es el diagnóstico, sino saber qué preguntas hacer, exploraciones y pruebas. «La formación práctica de los alumnos es ahora mucho mejor que hace años», cuenta.

En pediatría, Pablo, el alumno, recibe a una madre con una niña de 17 meses con una marcada disminución de la ingesta. Tiene un bajo percentil y el abdomen un poco distendido. El diagnóstico es la enfermedad celíaca, pero lo importante es conocer el proceso, realizar una exploración completa, auscultaciones, y pedir las pruebas pertinentes. En cada una de las consultas se evalúan unos veinte indicadores de media, entre ellos el trato con el paciente. Porque saber la teoría es importante, pero en una profesión en la que el objetivo es cuidar de la salud de las personas, cualquier práctica es poca, «ya aprobaron todas las materias clínicas para estar aquí, pero esto les sirve de orientación hacia la práctica», cuenta Arce.

En una de las consultas de ginecología, la paciente, de 47 años, acude enviada por el médico de familia con sangrados casi diarios. Tanto ella, voluntaria, como la evaluadora, reconocen que algunos jóvenes se ponen muy nerviosos. Tanto, que han tenido que consolar algún llanto. La actuación del alumno lo corrobora. En este caso de tranquilidad nada. Cuando toca hacer la exploración ginecológica, confunde el instrumental «¿qué tipo de espéculo utilizabais en dónde hiciste las prácticas?», dice la evaluadora para tranquilizarlo y orientarlo. Todo encauzado.

Antes de empezar, en la entrada de consultas externas del Clínico, Débora admite que su mayor preocupación es quedarse en blanco, «y la figura de la tercera persona con la que no puedes interactuar -se refiere al evaluador-, es la primera vez que hacemos un examen así, como enfrentarse a la vida real», cuenta. Van provistos de fonendo, linterna y bata, y algunos llevan también una pequeña libreta. Esta vez los pacientes eran personas fingiendo una patología o maniquíes, pero saben que pronto tendrán a un enfermo que confía en su buena praxis.