En esta empresa familiar de Santiago tapizan para tierra, mar y aire

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Horacio Etchegaray recuerda que hizo «muchísima tapicería para el sector náutico, hasta en fragatas de guerra de la Marina uruguaya». Al frente de una empresa de Santiago que lleva su nombre desde hace 22 años y tras trabajar en otras muchas latitudes, afirma que el cliente gallego «es difícil de captar, pero muy fiel una vez entiendes su idiosincrasia».
Horacio Etchegaray recuerda que hizo «muchísima tapicería para el sector náutico, hasta en fragatas de guerra de la Marina uruguaya». Al frente de una empresa de Santiago que lleva su nombre desde hace 22 años y tras trabajar en otras muchas latitudes, afirma que el cliente gallego «es difícil de captar, pero muy fiel una vez entiendes su idiosincrasia». PACO RODRÍGUEZ

Horacio Etchegaray aprendió la profesión en Uruguay, donde hizo un trabajo hasta para un papa, y lleva ya 22 años en Galicia

29 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Puede decirse, con todas las de la ley, que Horacio Etchegaray es un tapicero todoterreno. Sus trabajos conquistaron tierra, mar y aire porque, además de trabajar con mobiliario, también suele hacer proyectos para barcos, automóviles y motos, y hasta para avionetas. Aunque lleva ya 22 años en Galicia (los cumple en octubre), al frente de una empresa familiar en Santiago, cuenta que aprendió el oficio en su tierra natal, en Uruguay: «Empecé después de mi primera aventura migratoria. Fui a Venezuela por la música y me quedé por temas laborales porque mis padres tenían negocios allí. Cuando volví monté una empresa con el dinero ganado allá, pero no funcionó, y comencé a trabajar en uno de los mejores talleres de tapicería del país. En paralelo a este empleo, hice la carrera de interiorismo. Y abrí mi propio taller a los dos años, con 21. Una de las cosas que me marcó y me ayudó a ver la proyección de este sector es que, en 1987, Juan Pablo II visitó Uruguay y se hizo una misa en un enclave público muy grande, donde hoy hay una cruz gigante. El sillón donde el papa se sentó lo tapicé yo. Tuve que ir al museo de Blanes a buscarla. Era una pieza histórica. Estaba tapizada en cuero. Le quité las tachas, le puse espuma para que fuera confortable y la forré con terciopelo rojo. Yo mismo la puse en el estrado y la recogí al final del acto. La volví a dejar como estaba y la llevé de nuevo al museo. En ese momento me di cuenta de la universalidad que tenía esta salida profesional. En mi cabeza, pensaba en dedicarme a la decoración e interiorismo, pero esto me hizo cambiar de opinión y decidirme por la tapicería».

Horacio tuvo empresas en Sudamérica, Norteamérica (Estados Unidos) y finalmente cruzó el charco en el 2001, en plena recesión económica en su tierra y en la época del corralito. Este uruguayo de 59 años, de carácter hablador y extrovertido, cuenta que a punto estuvo de volverse: «La familia de mi esposa era de aquí, de la aldea de Cabanas, en A Baña. Yo me vine muy a tientas y no sabía qué me iba a encontrar. No soy un hombre de campo, la tierra me queda muy baja... y ahí empezó el periplo. Tenía que decidir entre marcharme o quedarme y, antiguamente, los dueños de pisos se anunciaban con papeles por las calles con tiritas en las que ponían sus números. Yo hice también mi propio cartelito con tiritas, ofreciendo mis servicios como tapicero. Recuerdo pegarlos un domingo a las dos de la mañana, por la vergüenza que me daba. El lunes a las nueve recibí la primera llamada, a las diez la segunda y otra a las once. Entre ellas, la de Chiqui, quien fue mi primer cliente y a día de hoy sigo trabajando con él 22 años después».

Explica que, a raíz de la pandemia, subió la demanda de tapicería doméstica. No obstante, decidió la Tapicería Horacio Etchegaray decidió ampliar su línea de trabajo y lanzarse también al mundo de la automoción. Que, curiosamente, es en este momento su punto fuerte tras trasladar sus instalaciones a la rúa das Mulas, en el polígono del Tambre. «Trabajo con la gran mayoría de concesionarios del polígono. A pesar de que soy un señor mayor, sigo formándome. Con el mueble y complementos entiendo que, como en todo, hay que estudiar», dice, y entre sus últimos cursos está uno de restauración de cuero con unas empresa alemana que trabaja con un material conocido como cuero líquido. Con la vida laboral más que encarrilada, Horacio confiesa disfrutar de dos aficiones que «me rejuvenecen». Además de motero, es desde hace 8 años el vocalista y guitarrista de una banda de rock formada por dos gallegos y dos uruguayos, Blue Reband: «Así se llamaba al galardón que ponían a los barcos que cruzaban el Atlántico».

En este momento, relata, su hija le echa una mano en la empresa y está acabando la temporada de tapicería náutica, que arranca antes del verano para tener los barcos a punto. Cuenta que le encargaron en su país natal un proyecto con fragatas de guerra de la Marina uruguaya. Y, actualmente, además de forrar los asientos, volante y elementos del mobiliario, también instala suelos antideslizantes: «Es un sistema curioso, en forma de plantillado que se hace con tecnología 3D, con distintos colores y acabados. Me traslado al puerto, quito fotos del barco y en la fábrica hacen el producto a medida, que luego yo instalo».