Rubén Turienzo: «Nunca seas el más listo de la habitación, te permite mantener tu vanidad a raya»

Elisa Álvarez González
E. Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

cedida

Asegura este consultor, experto en talento y rendimiento, que «abrazar la sencillez es vital para evitar o superar crisis futuras»

14 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Rubén Turienzo (Madrid, 1977), fundó una multinacional de desarrollo de equipos y llevó a cabo procesos en compañías como Disney, Red Bull o Coca-Cola. Autor de best sellersHaz que suceda, Smile—, hoy da una charla magistral en la presentación de Eloqüencia Alumni, el programa de alto rendimiento en de la escuela de oratoria Eloqüencia. 

—Hay dos frases curiosas en el manifiesto de su biografía: nunca seas la persona más lista de la habitación y sé la persona con la que quieres quedarte encerrada en un ascensor.

—La única manera de garantizar tu crecimiento constantemente y no quedarte anclado en tu vanidad es rodearte siempre de personas que sepan más que tú y te amplíen el conocimiento. No ser el más listo de la habitación te permite además poder mantener tu vanidad a raya. Por otro lado, vivimos tan pagados de nosotros mismos que no nos hacemos preguntas esenciales como si somos personas que dejan una huella digna o si merece la pena conocernos. O si en una situación de crisis, como quedarnos en un ascensor, seríamos esa persona que ayuda y no quien genera más estrés y complicaciones.

—En «Anticrisis» recoge las ocho reglas de las empresas centenarias que explican su longevidad, ¿cuáles son?

—No haremos demasiado espóiler pero sí te diré que es un protocolo multisectorial, internacional y multicultural que consigue que alcemos la vista y pensemos en el largo plazo, evitando ahogarnos en los problemas del día a día y consiguiendo blindar nuestro proyecto frente a las crisis futuras. Por ejemplo, una de las reglas más contraintuitivas es «ser previsible». Mientras las modas nos arrastran a la innovación constante, la creación exhaustiva y la renovación permanente, las empresas más longevas del mundo han conseguido encontrar en un pretendido aburrimiento una garantía de éxito. Son una tabla de salvación ofreciendo siempre exactamente lo que el cliente desea. Nada más.

—También las personas tienen crisis, ¿cuáles serían sus reglas?

—Algo sorprendente que descubrí mientras escribía el libro es que las reglas de las empresas centenarias servían también para las personas y sus entornos familiares y vitales. Por ejemplo, déjame que te cuente dos: por un lado tenemos la regla de buscar siempre la sencillez en los procesos. ¿Acaso las vidas más complejas y estresantes no son aquellas que tienen relaciones complicadas, poca claridad en su propósito o poca coherencia con aquello que hacen? Abrazar la sencillez y eliminar los excesos es vital para evitar o superar crisis futuras. Por otro lado, las empresas centenarias han aprendido a tomar decisiones desde la templanza, y al igual que ellas, si nosotros aprendemos a no decidir en estados de euforia o de tristeza estamos evitando con total seguridad provocar una crisis futura.

—Responsabilidad, integridad, coraje, ¿es suficiente en una organización empresarial?

—Autoresponsabilidad y ejemplo. Estas dos palabras complementan bien esa secuencia. Por un lado debemos hacernos responsables de lo que hacemos y de cómo lo hacemos. Una empresa en la que todos sus miembros buscan la excelencia y se responsabilizan en sus resultados es una empresa sana. Por otro lado, el ejemplo como piedra angular. Ser aquello que queremos crear. Es más sencillo seguir a una persona líder que es ejemplo de aquello que predica.

—Escribe de estrategias empresariales pero también personales, ¿hay que normalizar que las relaciones no son siempre para toda la vida?

—Así es. Las relaciones laborales están mutando y debemos aceptar que el mercado es cada vez más dinámico. Puedes contribuir a una compañía durante un pequeño período y está bien. En las relaciones de pareja o sociales, exactamente lo mismo. Si dejásemos pasar aquellas relaciones que no nos aportan, nos bloquean o incluso nos lastran, seríamos capaces de darnos cuenta de que la mayor parte de nuestras crisis personales son fruto de relaciones que debieron pasar a otra etapa hace tiempo.

«Para mí las palabras clave en una relación son admiración y comunicación 

Asegura Turienzo que no habiendo un secreto para que las relaciones funcionen, sí hay características que dan más posibilidades de que vayan bien.

—¿Existe la clave del éxito en una relación?

—Para mí las palabras clave son la admiración y la comunicación. Con la primera sembramos las ganas de pasar tiempo al lado de la otra persona. Con la segunda somos capaces de corregir aquello que puede estar fallando. No me atrevería a decir que es una fórmula universal para que las relaciones funcionen, pero sí tengo claro que la ausencia de estas dos palabras provocan necesariamente la desafección, el desgaste y la ruptura.

—Esta mañana ofrece una conferencia magistral en un programa de alto rendimiento de oratoria, ¿se puede aprender a hablar bien? ¿cómo influye esa capacidad en la realización personal?

—Tengo la fortuna de que el gran consultor de oratoria Santiago Martínez me ha invitado a inaugurar su experiencia. Hablar en público sigue siendo el mayor miedo al que se enfrenta la sociedad y no solo es posible aprender y cambiar nuestra relación con la comunicación, sino que el beneficio de mejorarlo es directamente proporcional a una mejor posición social, laboral y económica. No son pocos los estudios que demuestran que quienes hablan mejor optan a mejores cargos, venden más, tienen mejores relaciones y alcanzan una mayor repercusión social.