Los testigos sitúan a los acusados de asesinar a un dominicano en Santiago esperando horas antes en la calle donde le mataron

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Víctor Delgado Olguín, a la izquierda, junto a su hermano Michael, durante la tercera sesión del juicio en el que están acusados del asesinato del dominicano Gregory Furcal en Santiago
Víctor Delgado Olguín, a la izquierda, junto a su hermano Michael, durante la tercera sesión del juicio en el que están acusados del asesinato del dominicano Gregory Furcal en Santiago Sandra Alonso

Una clienta del bar relata el episodio en el que, meses antes, el menor de los hermanos Delgado agredió a su mujer y la dejó «ensangrentada»

21 feb 2024 . Actualizado a las 14:39 h.

La tercera jornada del juicio que se celebra en la sección compostelana de la Audiencia Provincial por el crimen de un hombre de 31 años de la República Dominicana a las puertas del pub de ambiente latino La Grandota de Santiago ha visto pasar por la sala de vistas a los testigos directos de aquel trágico incidente. Desde clientes del bar al vecino que lo vio todo desde su piso, situado justo enfrente. Salió a la ventana al escuchar ruidos y gritos y presenció cómo los hermanos Víctor y Michael Delgado Olguín, ambos nacidos en Colombia, agredían a Gregory Furcal. Para él, el fallecido estuvo «indefenso», porque el segundo lo inmovilizó agarrándole por detrás y tirándolo al suelo mientras el otro le asestaba varios navajazos. 

Muy revelador fue también el testimonio de una mujer que aquella noche acudió a tomar unas copas al pub La Grandota. Es a la que en el vídeo que grabaron las cámaras de seguridad del gimnasio que está al lado del local latino se le escucha gritar desesperada «¡no, Michael, no!». Al jurado explicó que esa fue su reacción cuando vio al acusado abalanzarse «con algo en la mano» hacia Gregory. No logró pararle y la secuencia acabó con el dominicano muerto en la acera desangrado porque una puñalada le seccionó la arteria y la vena femoral.

Esta mujer relató que conocía a los dos acusados porque había entablado amistad con sus mujeres y que esa noche ambas estuvieron con ella en el pub, situado en el número 15 de la calle Santiago de Chile de la capital gallega. Según explicó, llegaron sobre la 1.30 horas de aquel 2 de enero del 2023 y las esposas salieron «tres o cuatro veces» aquella noche a la puerta del local para verse con sus parejas, los acusados, que tenían prohibida la entrada en La Grandota y en otros locales latinos «porque habían tenido problemas». Es decir, que Víctor y Michael no habrían llegado a la escena del crimen pasadas las seis de la mañana, como declararon en el juicio, sino que ya estarían allí sobre las 2.30 horas portando armas blancas y esperando. Un extremo que apoya la tesis de las acusaciones de que el crimen fue un asesinato, porque indica premeditación, y no la de la defensa, que ve como máximo un homicidio accidental fruto de una pelea. La diferencia es sustancial, de los 25 años de cárcel que les piden ahora la Fiscalía y la acusación particular, que ejerce la viuda del fallecido, a una menor que oscilaría entre los diez y los 15.

De ahí que el abogado defensor de los hermanos Delgado quisiese clarificar ese extremo y le preguntase directamente a la testigo si estaba segura de que Víctor y Michael estaban en la puerta del pub antes de las cinco de la mañana, a lo que ella contestó que sí. También fue muy gráfica al relatar un episodio previo, de octubre del 2022, que todo apunta a que es una parte importante del móvil del crimen. Un incidente en el que el Víctor, al que todos conocen por el apodo de La Bibi, entró en La Grandota y sacó a golpes del establecimiento a su pareja, a la que habría agarrado del cuello con violencia y dejado «ensangrentada», según esta mujer que estuvo presente. Fue entonces cuando el grupo de dominicanos que estaba con ella persiguió por la calle al acusado y le dio una paliza como represalia. Su mujer, sin embargo, no quiso subirse a la ambulancia para que no quedara registro de la agresión y se marchó a casa de una amiga.

El móvil del crimen habría sido, por tanto, la venganza, aunque por el momento no ha quedado claro por qué la víctima acabó siendo Gregory Furcal, al que los acusados no conocían y la única conexión aparente que tendría con la paliza que recibió Víctor Delgado era ser dominicano como sus agresores.

El disyóquey del pub recuerda las últimas palabras del fallecido: «No me dejen morir, que mi hijo acaba de nacer»

También declararon en la tercera sesión del juicio la viuda de Gregory Furcal, que corroboró que ni ella ni el fallecido conocían de nada a los acusados, y el que aquella noche hizo de disyóquey en el local, que incidió en que Víctor y Michael eran «gente que no tenía buen comportamiento» porque «armaban problemas» y que por eso les habían prohibido la entrada a La Grandota y a otros pubs de ambiente latino. Según su versión, solo los dos hermanos portaban armas aquella noche y las últimas palabras de Gregory fueron «no me dejen morir, que mi hijo acaba de nacer». Y es que él y su pareja acababan de ser padres.

Los cuatro agentes de la Policía Nacional que también pasaron por la sala aportaron pocos datos, pero ninguno que apoyase la versión de la defensa de que el incidente fue un homicidio y no un asesinato. Uno de ellos dijo que no notó que Víctor estuviese tan drogado y bebido como él dijo y que estaba «aparentemente normal», mientras que otro apuntó que inicialmente no quiso dejarles entrar en el piso de su hermano en el que se había refugiado y que por eso tuvieron que pedir una orden judicial, aunque finalmente su pareja y su madre le convencieron para que se entregara.

Cuando la Policía entró en el piso, encontraron ropa ensangrentada ya en la lavadora y varias armas blancas, entre ellas dos escondidas bajo una butaca con restos de sangre que todo apunta a que son las que se utilizaron en el apuñalamiento de Gregory Furcal. Ninguno de los dos hermanos se mostró colaborador tras el crimen y ambos se acogieron a su derecho a no declarar o a hacerlo solo a preguntas de sus abogados.