En directo en la residencia de Proxecto Home Galicia: «Lo que nos motiva de estar aquí son las ganas de vivir que tenemos ahora»
VAL DO DUBRA
Residentes en la comunidad terapéutica de As Cernadas, en Val do Dubra, explican su lucha contra las adicciones
11 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Dejar una adicción es un proceso largo y progresivo, algo que implica voluntad, trabajo y análisis personal. Una posibilidad para abandonar el consumo de estupefacientes o alcohol cuando ya supone un problema para el desarrollo normal del día a día es ingresar en una comunidad terapéutica. La de As Cernadas, en Val do Dubra, es la primera iniciativa de este tipo de Proxecto Home Galicia. Allí, las personas a tratamiento se internan en la comunidad durante 11 meses para dejar el consumo, pero también para ganar capacidades y hábitos. Los primeros meses de integración son los más difíciles. La coordinadora de la comunidad, Andrea Porto, expone que, muchas veces, las personas acuden a terapia con una falta de conciencia real de la situación y de la gravedad del problema. «Aquí van descubrindo que non soamente é deixar de consumir, senón saber como iso afecta a moitas áreas da súa vida», explica.
Bajo tratamiento en As Cernadas se encuentran Brais Lado, de 33 años, y Celia Peña, de 26. Antes de aceptar ayuda, sus vidas giraban entorno a la calle, las drogas y la ausencia de estructuras, hábitos u horarios. Brais pidió ayuda por voluntad propia. Celia no tenía la misma percepción de sí misma, no era consciente de su situación y, como dice ella, «no quería parar». Fue su madre quien le abrió los ojos, su salvadora, tal como habla de ella. «No me llegó a obligar, esto es voluntario. Yo no quería ver mi realidad, ni aceptar cómo estaba. Hasta que no se me pusieron las cosas sobre la mesa no quise ser consciente», relata.
La voluntad implica más cosas que dejar de tomar drogas durante unos meses y para eso hay que estar decidido. Lo cierto es que terapias como la de la comunidad contemplan las recaídas como parte del proceso. Brais ingresó en la comunidad terapéutica en el 2022, pero lo dejó: «No era mi momento, no estaba decidido al cambio». Dos años después tuvo una recaída y volvió a As Cernadas. Celia también abandonó a los dos meses y medio y, aunque no volvió a consumir, se percató de que no le servía de nada sin hacer la terapia completa. «Seguía igual, tirada en la cama, sin ganas de vivir. Lo que nos motiva de estar aquí son las ganas de vivir que tenemos ahora. Volví con otras ganas, con otra actitud, dejándome llevar, que es lo más importante». «No es solo dejar de consumir, es cambiar las actitudes que te llevan a consumir. Aunque estés aquí tres años, si no cambias lo que tienes en la cabeza y la forma de pensar, vuelves otra vez a lo mismo», sostiene.
Ahora llevan ocho y seis meses, respectivamente, dejándose ayudar y con seguridad en el cambio. Celia dice que tiene muy buenos recuerdos. El mejor, cuando en el Entroido se disfrazaron todos —terapeutas también— e hicieron una fiesta. «Al final aprendemos a disfrutar sin ningún tipo de consumo, con pocas cosas». El mejor momento, y a la vez el peor, para Brais fue cuando consiguió hablar sobre el fallecimiento de sus padres. «Fue un punto de inflexión. Nunca supe darle salida y aquí lo hice, para mí fue una motivación y estoy orgulloso de eso», dice con seguridad. Le cuesta hablar de sus sentimientos y al principio concebía la drogodependencia como un tabú, ahora no. «Hasta me gusta hablar de esto, porque al final es algo normal. Es una adicción, es algo del día a día. No me cuesta hablar de eso». Celia descubrió con la terapia que nunca había hablado sobre ella, de lo que le preocupaba. Precisamente, el no darle salida a sus sentimientos era lo que la llevaba a consumir drogas. «Cuando entras te cuesta aceptar tu realidad y decir yo soy así y me comporté de esta forma. Pero yo me siento orgullosa de haber dado el paso, de estar aquí y de no seguir como estaba. Tengo que cambiar y quiero otra vida. Mucha gente no se atreve a dar ese paso y yo creo que deberían hacerlo», defiende.
Adquirir responsabilidades
Además de los seminarios, los grupos de auto-ayuda y las terapias individualizadas, parte del tratamiento consiste en adquirir responsabilidades que repercutan en aumentar la autoestima. Lavandería, cocina, mantenimiento, caballos, huerta y jardín son las tareas que dependen de todos. Antes de ingresar, Celia no se preocupaba por esto: «Yo decía que no era capaz de nada. Ahora veo que soy capaz y que sale todo bien».
El de As Cernadas es un programa muy exigente, con una estructura rígida desde las 07.30 de la mañana hasta las 18.00, momento de tiempo libre antes de la cena. Sin embargo, ese momento del día lo destinan, además de a hablar con compañeros, jugar a juegos de mesa o hacer deporte, a enriquecerse culturalmente, gracias a su profesora. Brais acude a clases de teatro, la actividad que más le gusta, y Celia aprende francés. Entre todos los centros de Galicia editan una revista, Badalada, en la que relatan sus experiencias, cómo se encuentran o mensajes a sus familias. Para Celia fue motivador leerla cuando empezó la terapia.
Celia: «No se cómo va a ser mi vida, pero tengo claro lo que no quiero volver a ser»
Celia y Brais están ganando autoestima y confianza en sí mismos. Cuentan que se están conociendo y que están descubriendo mucho sobre ellos, tanto cosas positivas como negativas, pero de las que sacan provecho igualmente. «Los compañeros te explican qué actitudes buenas ven y que puedes hacer para cambiar las malas». Aunque les cuesta hablar de su pasado, sobre todo al principio, ambos piensan que les sirve de mucha ayuda. La terapia se divide en cinco bloques temáticos: el consumo, la parte afectiva y sexual, la relación con la familia, las relaciones sociales y las afectivas, de pareja. Tal como explica la coordinadora de la comunidad, «hai vivencias duras moitas veces. Eles conciben e entenden que hai que tocar esa parte, pero ás veces as barreiras son moitas e hai que axudalos». Adquieren también hábitos, rutinas y límites, lo que repercute en la percepción propia. «Así ganas confianza, seguridad en ti mismo, autoestima», relata Brais.
Ambos aprenden cómo la terapia y sus conductas les afectan. Por un proceso similar pasan sus familias, a las que se les imparten seminarios específicos. En esos meses, la relación con sus familias cambió radicalmente. «Yo a mi madre incluso la llegué a ver como mi enemiga, porque ella me ponía límites, me decía ‘Celia estás haciendo las cosas mal’. Ahora con ella puedo hablar de lo que quiera, me apoya en todo, me entiende». De igual forma, cambian sus relaciones sociales para romper el lazo que les unía a las drogas. «Tenemos que cortar relación con personas que no nos aportan nada y establecer nuevas que sean sanas y que nos aporten de verdad cosas. Lo que teníamos fuera no eran amigos de verdad, que era lo que pensábamos», dicen.
Al ver su mejoría, Celia y Brais no pueden evitar pensar en el futuro. Brais sabe que es mejor centrarse en el presente y en la terapia, pero le intriga a veces cómo va a ser fuera, en qué va a trabajar, con quién va a vivir… Celia no sabe cómo va a ser cuando abandone As Cernadas, pero asegura que tiene claro lo que no quiere volver a ser. Le gustaría aprovechar el tiempo con su familia y continuar su formación. «Yo estudié integración social y me gustaría seguir por esa rama», dice. Le basta con tener un trabajo y una vida estructurada, rodearse de gente sana que le aporte cosas y a la que ella también le pueda aportar. «Dejar el mundo donde estaba. Tener una vida. Vivir, yo no estaba viviendo».
Los perfiles no eran iguales hace 34 años
La comunidad terapéutica de As Cernadas cumple este martes 34 años de actividad, aniversario que celebrará con una comida y fiesta al aire libre. La estructura de la comunidad continúa siendo la misma, pero en estos años cambiaron de manera pronunciada los perfiles de personas bajo tratamiento por adicciones, que evolucionaron con el contexto social. Según la directora de Proxecto Home en Galicia, Ofelia Debén, «nos anos 90 a heroína era a droga principal, hoxe non». Así, Ofelia explica que cambiaron los objetivos y la temporalidad que se marcaban para adecuarla a la realidad actual, pero que «as crises persoais coas que chegan os rapaces e as rapazas, o deterioro co que eles chegan aquí e o nivel de confusión é exactamente o mesmo». Otra gran diferencia es el tiempo que antes llevaba la evaluación y diagnóstico. Lo que hoy supone 15 o 20 días, en los inicios de Proxecto Home llevaba varios meses. «Incluso había que esperar a que quedase algunha praza baleira». Antes, As Cernadas tenía capacidad para 80 personas aproximadamente, ahora tiene para 60, pero acostumbran a ser 40.
Entre los nuevos retos de terapia, ofrecen ayuda para personas con adicciones relacionadas con el comportamiento, como las pantallas o el juego, y trabajan particularmente sobre la salud mental, algo cada vez más complejo. Un objetivo que Proxecto Home tiene desde hace años es conseguir que más mujeres acudan a tratamiento. En este sentido, Celia explica cómo a las mujeres les cuesta más dar el paso por el qué dirán y también por sus hijos, a los que no pueden explicarles la realidad, pero sí decirles «voy a ser mejor mamá».