«En Santiago he conocido a varias personas a través de grupos de WhatsApp»: así tratan los nuevos estudiantes de encontrar amistades en la ciudad
VIVIR SANTIAGO
![Un grupo de estudiantes pasean por el campus universitario.](https://img.lavdg.com/sc/Ey4bKjr0v4e3srhbquRwO-jjCac=/480x/2024/09/17/00121726567321348494262/Foto/S_20240515_144146017.jpg)
Varios chats creados expresamente con esta función reúnen a cientos de universitarios en función de sus intereses y gustos
19 sep 2024 . Actualizado a las 15:46 h.Septiembre es, para muchos, un comienzo desde cero. En Santiago, algunos universitarios recién llegados descubren la ciudad: nuevos estudios, nueva casa y nuevas amistades. Para que la adaptación sea más fácil y el tiempo entre clase y clase más llevadero, desde hace semanas, decenas de grupos de WhatsApp juntan a estudiantes que acaban de aterrizar en Compostela en base a sus gustos y aficiones. La función, según explican sus administradores, es la de conocer a personas a través de la red y, de alguna manera, evadir la soledad. En algunos chats se fijan quedadas para practicar deportes de equipo, como el baloncesto, el tenis o el fútbol. En otros, además de tener presente que, en algún momento, las amistades pueden pasar del plano virtual al físico, se mantiene una conversación continuada sobre series, películas o libros.
«He conocido a varias personas a través de grupos de WhatsApp. La verdad es que me han ayudado bastante a socializar», explica Jeremy, que se unió a varios relacionados con el deporte cuando llegó a la Universidad, hace ya dos años. Aunque ha pasado el tiempo, asegura que todavía mantiene el contacto con algunas de esas personas. «Hicimos muy buenas migas y al final terminábamos todos juntándonos para planes diferentes, como salir de fiesta o ir a cenar», continúa el joven sobre su experiencia. En la gran mayoría de los chats se menciona, con éxito o sin él, encontrarse en persona. En algunos, el mensaje pasa desapercibido entre los cientos que se envían al día. En otros, aunque los nuevos miembros del grupo se han unido hace apenas unas semanas, ya hay algunos jóvenes que se han conocido.
Pasa, por ejemplo, en uno dedicado a jugar pachangas de fútbol. Reúne a cientos de miembros y, bastándoles un par de días, algunos de ellos ya han quedado para jugar un par de veces. «¿Alguien que quiera formar equipo y hacer algo alguna tarde?», preguntaba uno de los participantes en un mensaje que intentaba romper el hielo y que generaba una reacción en masa. Entre ellos discutieron el sitio, el día y la hora a través de una encuesta anclada al chat. Escribiendo sus nombres en un mensaje que copiaban y pegaban constantemente para no perder —ninguno de ellos se conocía y así, por lo menos, sabían quién se presentaría en el campo— completaron rápidamente los onces necesarios: «Ala, xa estamos. Levades bola?».
En el grupo ya reina la confianza. Los que quieren probar en el deporte y no tiene equipación, se la piden prestada al resto de miembros. «¿Alguien me deja unas botas de la talla 46?», escribe uno, encontrando rápidamente respuesta: «Yo tengo unas sin cordones que usé solo para un partido porque me iban pequeñas. Si quieres, te las bajo». Algo parecido ocurre en otro de los grupos, uno dedicado a las conversaciones sobre literatura.
En él, recomiendan libros y los miembros que los tienen en sus casas se ofrecen a prestarlos. En él hablan, como si fueran amigos —virtuales, por lo menos—, sobre el tema para el que se ha creado la comunidad. Agrupa a unos 90 miembros y, en una mañana, se han enviado casi cien mensajes. «¿Qué libro estáis leyendo o vais a leer?», pregunta uno de los integrantes. Las respuestas dan pie a una conversación: los volúmenes de Carmen Mola son, sin duda, los más mencionados. Los reseñan y lanzan algunos datos biográficos sobre sus autores, descubriendo para algunos de los miembros del grupo que, en vez de una mujer, detrás del nombre hay tres escritores. «Pues ahora me entero», escribe uno de ellos sorprendido.
Hablan del precio de los libros, que sube cada vez más. También, a raíz de las coincidencias en las recomendaciones, surge el tema de probar a hacer un club de lectura. Una de las conversaciones, sobre adaptaciones de libros al cine, se podría haber dado por otro de los grupos, uno dedicado a películas y a series. Por ese, también focalizado en conversaciones digitales más que en quedadas, salen algunos títulos recomendados. Muchos de ellos son clásicos, como Los Soprano, Shameless o The Office. Otros cuentan con temporadas en emisión, como The Bear, en Disney+. «Me da mucha ansiedad esa serie, me gusta pero me parece estresante. Las imágenes rápidas, los cambios de plano, cuando uno habla por encima del otro…», dice uno de los miembros. «No me llama nada esa serie», dice otra, a lo que otro de los participantes le responde: «Yo también pensé que no me llamaría al ser de cocina, pero está muy bien». Las opiniones y recomendaciones son variadas.
Tras un fin de semana entero sin entrar en los grupos, el resultado es el siguiente. 543 mensajes sin leer en uno llamado Gimnasio y Fitness —en el que recomiendan instalaciones, horarios con menos gente y clases particulares—; 227 en el de literatura; 185 en el de las pachangas de fútbol y 114 en el de cine y series. A parte de los mencionados, hay más grupos: uno para hacer senderismo, otro para quedar para correr, otro para el tenis, otro para el baloncesto, para hablar sobre música… Cada uno, tiene sus aficiones para elegir. Conocer gente en Santiago nunca fue tan fácil.