Nervios, tensión y prisas en el inicio de la selectividad en Santiago: «Eh, que ya son las diez»

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla SANTIAGO / LA VOZ

SELECTIVIDAD

2.692 bachilleres del área de la capital gallega se repartieron por seis facultades de la USC para realizar la PAU

04 jun 2025 . Actualizado a las 21:41 h.

«Eh, que ya son las diez», repetía con insistencia un joven del IES Rosalía de Castro de Santiago desde su asiento de la facultad de Ciencias da Comunicación de la USC. Señalaba con ahínco al grupo de cámaras de televisión y fotógrafos que inmortalizaban el momento: la apertura del primer examen de selectividad, el de Lingua Castelá. «Eh, eh, que vamos tarde», insistía el joven, provocando las risas de sus compañeros de instituto, repartidos por las bancadas del aula magna. Los nervios de solo unos minutos antes se convirtieron en carcajadas mientras los flashes iluminaban la estancia.

«No se esperaban a tanta prensa. Ni yo tampoco, la verdad. Será por los cambios en el examen, aunque tampoco son tantos. Al final a ellos no les afectan, han repetido este modelo durante todo el curso», confirmaba la docente del instituto compostelano que los acompañaba por si aparecía algún problema de última hora: «Están bien preparados». «No vos preocupar. O tempo —90 minutos por test— comeza unha vez teñades o exame na mesa», afirmaba tranquilizadora Maite Flores, presidenta de la Comisión Interuniversitaria de Galicia (CIUG), cuya entidad organiza la prueba de acceso a la universidad (PAU), que solo en la capital gallega reúne a 2.692 bachilleres. «Ah, vale, vale», respondía el adolescente mientras hacía un gesto de calma al resto de compañeros, que pasaron del alarmismo a la paz.

Las facultades compostelanas de Filoloxía, Química, Ciencias Políticas e Sociais, Dereito, Ciencias Empresariais e Económicas y Ciencias da Comunicación serán los centros de esos 2.692 jóvenes hasta jueves, cuando pase el mal trago. Hoy, una hora antes del inicio de la selectividad, decenas de jóvenes se agolpaban a las puertas de la facultad de Ciencias da Comunicación. «Intento mantener la calma, pero los nervios están ahí», confirmaba sonriente una joven antes de acceder al interior. «El más difícil es el de Historia, es al que más miedo tengo», destacaba otra joven, que se dirigía a toda prisa hacia el baño. «Hay que inventar y listo», le respondía una compañera, que le asesoraba imaginación.

Sin dispositivos

Maite Flores caminaba entre las mesas con un aparato parecido a un teléfono móvil antiguo con dos antenas. Le permitirá detectar si alguno de los alumnos lleva aparatos electrónicos como teléfonos, relojes inteligentes o auriculares. «Hai moitos nervios por parte do alumnado, pero tranquilidade por parte da organización. Temos tres días por diante e esperemos que saia todo ben», confirmaba la responsable de la CIUG, que destacaba que los cambios de este año no tiene por qué afectar a los jóvenes, que ya se han preparado de manera específica para este tipo de prueba: «Agora teñen que estudar toda a materia, antes podían escapar diso». Confirmaba que ese viraje hacia una formación más competencial «é importantísimo para que poidan conseguir pouco a pouco esa capacidade de responder cousas que non lles dixeron especificamente en clase, que poidan enfrontarse a elas».

«¿Al final se puede usar típex?», preguntan un grupo de jóvenes, que bajan hacia sus mochilas en tropel. «El primero es el más difícil», admite otro bachiller que se escapa para ir al baño antes de que arranque la prueba. «Aprobáis seguro», le animan desde fuera. «¿Tú crees?», pregunta con una sonrisa. «Sí, sí, es más fácil de lo que parece», le responden. La suerte está echada. La universidad espera a la vuelta del verano.