La nueva PAU, un salto a la excelencia

Juan Sanmartín DOCENTE, VICEDECANO DEL COLEGIO OFICIAL DE QUÍMICOS DE GALICIA Y COORDINADOR DE LA OLIMPIADA GALLEGA DE QUÍMICA

SELECTIVIDAD

CESAR QUIAN

05 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La inclusión de la pregunta competencial (la que se contesta aplicando los conocimientos y no repitiendo el contenido memorizado) en la PAU 2025 representa un avance en la evolución de nuestro sistema educativo.

Esta transformación refleja una comprensión más interesante de lo que significa evaluar la química en el siglo XXI, donde las olimpiadas de química, pruebas que todos los años estimulan el interés de los alumnos gallegos de bachillerato por esta materia, cobran un valor pedagógico inesperado.

Dicha inclusión marca una ruptura con el enfoque de memorización tradicional. No se trata solo de aplicar fórmulas o hacer cálculos básicos. El estudiante debe pensar como un científico: seleccionar materiales, justificar decisiones, diseñar experimentos y conectar teoría con aplicaciones reales. Esta aproximación responde a una demanda clara: necesitamos ciudadanos capaces de aplicar conocimiento científico a situaciones complejas.

Durante las últimas ediciones, la prueba de problemas de la olimpiada gallega ha explorado exactamente este territorio: problemas contextualizados, narrativas creativas y razonamiento químico profundo. Mientras la PAU da sus primeros pasos hacia este tipo de supuestos prácticos, las olimpiadas ya habían desarrollado un modelo maduro de evaluación integral.

Las similitudes son evidentes: ambas exigen aplicar conceptos a situaciones reales y requieren razonamiento más allá de la mera aplicación de fórmulas. Sin embargo, las olimpiadas operan en un nivel superior, con mayor contextualización y carga de cálculo.

¿Son las olimpiadas un buen entrenamiento para la PAU? Para estudiantes bien preparados constituyen una herramienta formativa excepcional. Potencian habilidades de análisis, refuerzan el razonamiento químico aplicado y mejoran el dominio del lenguaje científico, aunque requieren acompañamiento pedagógico para evitar frustraciones.

El supuesto práctico merece reconocimiento explícito. Representa un acercamiento valiente hacia evaluaciones más auténticas y visibiliza el valor de las olimpiadas como laboratorios de innovación educativa. Este cambio es cultural: prioriza la aplicación reflexiva sobre la memorización mecánica.

La convergencia entre olimpiadas y PAU sugiere un futuro prometedor para la enseñanza de la química, donde las competiciones académicas se revelan como fuentes valiosas de inspiración pedagógica.